Mujer y ajedrez.
Ricardo Moyano. Febrero 2022.
La serie televisiva Gambito de dama ha puesto de moda otra vez, como ocurre cíclicamente, el juego del ajedrez, y en particular el ajedrez femenino, o mas exactamente aquel en que una de las jugadoras es mujer, pues por ajedrez femenino suele entenderse aquel en que se excluye a los hombres y juegan las mujeres entre si.
Pero la existencia del ajedrez femenino se debe precisamente al hecho de que tradicionalmente las mujeres han jugado menos y peor que los varones. Por tanto, dicen algunos, mejor que jueguen solas... Y aqui viene la cuestion que abordo en la primera parte de este articulo.
¿Por qué las mujeres juegan menos y peor al ajedrez?
El ajedrez es un juego de inteligencia, en el que el valor de la fuerza o mejor de la resistencia física no es nulo pero sí no determinante. Por ello, ante la realidad de que las mujeres juegan en menor número y las que lo hacen juegan peor que los hombres, se ha planteado el interrogante de cuál es la explicación de esta realidad indiscutible, ya que es puramente estadística. A veces se ha dicho que la respuesta a la segunda pregunta es precisamente la primera: juegan peor porque hay menos mujeres que jueguen al ajedrez, y por tanto es lógico que los mejores jugadores sean varones. Pero esta solución sólo traslada el problema: queda sin resolver la cuestión de por qué el sexo femenino se dedica menos al ajedrez que el masculino, en una proporción de licencias federativas del orden del 95% de hombres y 5% de mujeres -aunque es cierto que con los años el número de mujeres se ha incrementado algo-.
La explicación de la diferencia no tiene a día de hoy una conclusión. Ni es propósito de este artículo divulgativo. Me limitaré a exponer someramente teorías que se han avanzado, y a citar casos históricos sobresalientes de jugadoras que sí compitieron de tú a tú con los hombres.
Volviendo a la pregunta, claro es que cuando decimos “las mujeres juegan peor” empleamos el término “mujeres” como género, lo que no impide -faltaría más- que una mujer concreta juegue mejor que uno o muchos varones, y los hombres ya se han acostumbrado a perder contra mujeres en las competiciones, aunque a veces, seamos sinceros, no les haga ninguna gracia. Por supuesto, afortunadamente, algo hemos avanzado, ya han pasado los tiempos en que se empleaban tópicos como “Juega bien para ser mujer”, o “Perdió porque a fin de cuentas es mujer”.
Vayamos con las explicaciones del hecho diferencial:
1.- Teorías biológicas.- Se apela a las diferencias fisiológicas entre hombre y mujer, alguna peregrina como el mayor volumen del cerebro del hombre, y otras más plausibles, como las diferencias neurológicas del cerebro: el del varón con mayor predominio del área del pensamiento lógico y el cálculo -supuestamente importantes en ajedrez- y la mujer con mayor equilibrio entre las áreas, y superioridad en el área de la intuición y la creatividad -supuestamente de menor valor en ajedrez´, lo que es muy discutible-. Sin embargo, los neurólogos tampoco han obtenido hasta hoy resultados claros sobre las diferencias de los sexos, y como dice Nicola Loloco, el cerebro de hombre y mujer se comporta de forma holística, y no toma decisiones utilizando una sola parte de la mente.
2.Teorías psicologistas: Dejando aparte explicaciones psicoanalistas, tienen en cuenta la psicología real de hombre y mujer, y son algo más sólidas. El ajedrez sería un juego muy competitivo, que se ha comparado al tenis -una persona contra otra, en un toma y daca constante, en partidos que se prolongan a veces muchas horas, cinco o más-. Y además es muy agresivo, una especie de guerra incruenta pero dura, que concluye con el mate al rey contrario. Estas características se asociarían más a los valores de predominio masculino.
Desde otro punto de vista, la mujer sería más práctica y menos obcecada. Y el ajedrez exige un temperamento obstinado, una preparación constante, un desgaste de energías que la mujer considera poco razonable.
Estas teorías se conectan a su vez con las sociológicas:
3. Teorías sociológicas.- Las mujeres no juegan en menor número casi en los primeros años de la escuela, pero suelen abandonar el ajedrez serio en la adolescencia, hacia los 14-16 años. ¿Por qué? En parte por lo que ya hemos dicho, lo ven poco práctico, una actividad a la que no hay que dedicar tanto esfuerzo, porque no deja de ser un juego. Y en parte porque precisamente al haber menos jugadoras de esa edad, lo van viendo como una actividad masculina, pierden los referentes de emulación en su género.
En este sentido, la menor dedicación de la mujer al ajedrez profesional no sería necesariamente negativa: el abandono del ajedrez de competición a cierta edad es una ponderación de valores, un signo de equilibrio emocional. Pues realmente es muy difícil vivir del ajedrez, y como dijo el subcampeón mundial Korchnoi, “un juego de piezas de madera no es una actividad profesional lógica para la edad adulta”.
Claro está que puede objetarse que no solo en el ajedrez profesional hay menos jugadoras, sino tambien en el ajedrez de meros aficionados.
Asi que la respuesta queda en el viento, como la cancion de Bob Dylan.
Sea como fuere, es evidente que no hay una inferioridad intrínseca de la mujer en el juego del ajedrez, y que las diferencias de dedicación y de nivel hay que buscarlas en razones diversas, historicistas, y complejas.
Ahora vamos con la segunda parte del articulo, un baño en la realidad historica. La serie de tv se basa en parte en la vida de las dos mas grandes ajedrecistas que ha habido. Vera Menchik y Judit Polgar. Yo hare un panorama algo mas amplio y citaré no dos sino tres grandes jugadoras del s. Xx y xxi.
La mujer en la práctica del ajedrez en la historia.-
Vayamos pues a lo que ha sucedido en la historia. Tampoco es demasiado clara la dedicación de la mujer al ajedrez en épocas remotas. Parece que en algunos tiempos la mujer jugaba habitualmente, y que posteriormente, a partir del s. XVII, fue relegada, prohibiéndosele el acceso a bares, tabernas y clubes donde se jugaba. Antes no era así, el ajedrez era un juego cortesano e incluso de seducción -permitía a la mujer departir largo tiempo con sus pretendientes-, y de hecho, la introducción de la dama como la pieza más fuerte del tablero parece haber sido un reconocimiento a la figura “empoderada” de Isabel la Católica y de otras reinas de esa época; la propia reina Isabel era aficionada al ajedrez, al igual que lo fue Teresa de Jesús. No obstante, la vinculación de la dama con mujeres reales históricas es discutida, y negada por algunos historiadores.
Pero como digo, posteriormente la mujer desaparece de la escena del ajedrez. Según la Enciclopedia Británica, podría haber sido la introducción de la dama como pieza poderosa lo que perjudicó paradójicamente a la mujer: al hacerse el juego mucho más atractivo y emocionante, se puso de moda entre los hombres, y apartaron de los lugares de juego a las mujeres.
En el s. XIX, con el inicio de los movimientos feministas, el ajedrez es practicado de nuevo por mujeres, pero de forma segregada: surgen clubes femeninos, el primero a mediados de siglo en Países Bajos, pero con especial fuerza en Estados Unidos e Inglaterra. Son dos de estos dos clubes los que organizan a fines del siglo el primer torneo internacional femenino (Ladies college club inglés y Women’s chess club de Nueva York). Eso sí, era un torneo exclusivamente femenino. Y es que no se concebía que las mujeres jugaran con y contra hombres, por razones históricas y porque su nivel de juego, realmente, era muy inferior.
Las cosas empiezan a cambiar con una de las tres mujeres de las que quiero ocuparme. La anglorusa Vera Menchik (1906-1944). Fue Menchik no solo la primera campeona mundial de ajedrez -en torneos femeninos- sino además la primera en competir en torneos masculinos ganando a muchos de los maestros del juego. La figura de Menchik (“la mujer que dio jaque al machismo” como la describe Manuel Azuaga) está envuelta en algunas brumas, y realmente es una vida de película. Nacida en Moscú de padre checo y madre inglesa, Vera aprendió a jugar de su padre junto a su hermana Olga -de menor nivel de juego- hacia los nueve años, y cuando sus padres se separaron su madre se llevó a ambas hermanas a Inglaterra, muy cerca de Hasting, que era un poderoso centro de ajedrez. Fue una afortunada casualidad. Vera se incorporó al club de ajedrez de Hasting y dada su valía recibió enseñanzas de un maestro húngaro, Maroczy, que se asombró con el nivel de juego de Vera, le enseñó muchísimo, y fue su amigo para siempre. Hecho utilizado en la serie televisiva. A partir de 1927, Vera juega los primeros campeonatos del mundo femeninos, y barre en todos ellos. Sólo una jugadora, la alemana Sonja Graff, de la que hablo luego, estuvo a punto de quitarle el título en una ocasión, pero se equivocó en la partida decisiva.
Pero a Vera pronto se le quedaron pequeños los torneos femeninos y compitió en torneos masculinos, ganando a muchos profesionales. Sin embargo, cuando se aceptó su participación en un torneo masculino por primera vez, en 1929, hubo grandes protestas porque se permitiera jugar a una mujer, a la que se consideraba muy inferior a los hombres. Así que uno de los participantes dijo que fundaba el “club Vera Menchik”, y que si ella era capaz de ganar a algún participante, el perdedor pasaría a formar parte automáticamente del humillante club, al que no le auguraba ningún futuro, pues seria un club desierto. Por desgracia para él, quien tuvo esa bufa ocurrencia fue el primer derrotado, y tomó el número uno en el club, que llegó a estar formado por 49 socios, muchos de ellos fuertes maestros derrotados por la anglorusa.
Por desgracia, su carrera no fue larga. Casi al final de la II guerra mundial, un bombardeo alemán sobre Londres acabó con su vida y la de su hermana Olga en 1944, cuando Menchik no había cumplido siquiera los 40 años y aun tenia mucho que decir.
Sonja Graf (1908-1965), la gran rival de Vera, aunque nunca pudiera arrebatarle el cetro, tuvo una vida algo más larga y aún más interesante, si no en lo ajedrecístico si en su trayectoria vital. Muy bohemia, los clubes de ajedrez alemanes le sirvieron para escapar de los abusos, el maltrato físico y moral que recibía de su padre. Para estar lejos de casa jugaba ajedrez horas y horas y dormía incluso en el suelo. Frecuentó luego en Munich el barrio de los artistas. Para evitar la discriminación, empezó a vestirse como un hombre, con chaqueta y corbata y pelo corto. Jugó mucho en España, de la que amaba “el sol más intenso que en ninguna otra parte”. Se dejó ver por ejemplo en Burgos nada menos que en 1936, año de la guerra civil, y como luego escribió “los burgaleses se prendaron de mi pelo cortado y mi atractivo sexual, aunque yo no sea realmente un dechado de hermosura física, solo una mujer del montón”. Aunque a nivel menor que Menchik, Sonja también compitió con éxito contra hombres, ganando a alguno de los maestros. En 1939 competía con el equipo alemán en la olimpiada de Buenos Aires, pero el nazismo le prohibió utlizar la bandera germana porque no la consideraba un buen ejemplo, y los argentinos le fabricaron una bandera blanca que ponía "Freedom". Permaneció luego en Argentina, y de ahí pasó a los Estados Unidos, donde ya permaneció. En los años 40 escribió dos libros biográficos, "Así juega una mujer" y ".Yo soy Susann : relato íntimo y autobiográfico; impresiones reales; recuerdos y confidencias amorosas; historia de la vida en si misma con su enseñanza y su verdad", donde relata los abusos que sufrió en la infancia. Llevó una vida inestable, con algunos problemas de alcoholismo, pero se casó en Estados Unidos, fue madre, y se retiró del ajedrez de competición, si bien retornó más tarde y volvió a vencer en torneos femeninos, estando vinculada al juego hasta su prematura muerte por una enfermedad hepática.
A pesar de estas atractivas figuras, la práctica de jugar torneos femeninos separados ha continuado hasta hoy, en medio de polémicas. Unos los ven un sinsentido, y otros -entre ellos muchas mujeres- los defienden, al menos temporalmente, porque les permiten acceder a brillo mediático y trofeos. Claro está que las mujeres fuertes compiten también en torneos masculinos.
El tercer y último caso de ajedrecista mujer que ha sido capaz de igualarse a los hombres es más reciente y aún más relevante en nivel de juego que el caso de Vera Menchik, la húngara Judit Polgar (1976), ya en la segunda mitad del s. XX. Las Polgar son tres hermanas de origen judío, de las cuales dos han sido ajedrecistas profesionales. Judit Polgar, retirada en 2014, llegó al puesto 8 del mundo, y ha sido la mujer más fuerte de todos los tiempos. Pero en realidad su trayectoria, como la de sus hermanas, fue el fruto de un “experimento” de su padre, pedagogo, que quería demostrar precisamente que una mujer podía llegar tan lejos como un hombre en cualquier campo. Eligió el ajedrez, donde las mujeres estaban muy retrasadas en comparación con los varones. El experimento ha sido muy polémico, porque implicó que las niñas no fueran al colegio, y recibieran la educación directamente de sus padres. Por eso se corrió la leyenda de que el padre había creado poco menos que “monstruos”, lo que es incierto, porque las Polgar han sido y son mujeres sociables, de fácil trato, y perfectamente integradas en la sociedad. Lo que sí es cierto, claro está, es que esta excepción a la regla que fue Judit Polgar surgió de esas condiciones peculiarísimas de su formación, que no estaban al alcance de otras. No todos apoyaron a las Polgar ni mucho menos, y el padre recibió incluso ataques antisemitas con la esvástica nazi por parte de sus vecinos.
No se llegó a tanto en el mundillo del ajedrez ni nadie fundó un club de las victimas de Judit, pero si tuvo que lidiar con tics machistas. Actualmente eso ha desaparecido casi totalmente. Eso si, segun los estudios los varones tienden a jugar con mayor agresividad contra las mujeres, sobre todo si son atractivas. ¿Chuleria?
Una anécdota que no cabe calificar de machismo sino de despiste que sufrió Judit Polgar tuvo por protagonista al mismísimo campeón de mundo, el fuera de serie Garry Kasparov. Durante el supertorneo de Linares, acostumbrado a que el baño de mujeres nunca era utilizado, porque nunca competían en un torneo tan duro, penetró en dicho servicio encontrándose con la sorpresa de ver allí a Judit… Quien por cierto le derrotó en su enfrentamiento individual en ese torneo, aunque Kasparov acabó en primer puesto.
Para ir acabando, contaré una curiosidad nacional. Un fuerte jugador catalán se sometió hace años a un proceso de transexualidad, convirtiéndose en mujer. En dicho instante se incorporó a los torneos de ajedrez femeninos, ganando dos veces el campeonato de España, en medio de una gran polémica. Posteriormente abandonó el ajedrez.
En sentido inverso, continúa habiendo grandes jugadoras que compiten de tú a tú con hombres, aunque.sin llegar al nivel de Polgar. Una de ellas, mi paisana la canaria Sabrina Vega, ocho veces campeona de España femenina, tiene el título de Maestro Internacional absoluto, es decir, el segundo título de mayor valor tras el de Gran Maestro absoluto (entendiendo por absoluto el que no es femenino). Y ha sido capaz de ganar al mismísimo ruso Anatoly Karpov, ex campeón del mundo, en una ocasión.
Por último, para los interesados en el tema, pueden leer entre otros libros como “Las reinas del tablero” del filósofo y ajedrecista Nicola Lococo, o los artículos sobre ajedrecistas mujeres en “Cuentos, jaques y leyendas” de Manuel Azuaga, en los que ha basado algunos de los datos de este artículo. Aunque no sepan jugar en absoluto al ajedrez, les aseguro que ambos libros, y otros como Nieve Negra, de Jorge Benítez, pueden leerse con gran provecho.