PAUL BOWLES, LOS ROLLING STONES Y LA MAQUINA DE LOS SUEÑOS.-
1. Paul Bowles y la generación beat: La cultura occidental, con sus valores de seguridad, razón y egocentrismo materialista instalados en el trono de Dios –si es que para entonces Dios aun existe- ha dejado siempre en su lado salvaje y siniestro a gentes de vida bohemia, artística y contracultural que se salieron del sistema. Ya dentro del siglo XIX el movimiento simbolista se levantó contra la sociedad industrial –Rimbaud-, y a principios del siglo XX el surrealismo –Bretón- tomaría su relevo, proponiendo la liberación del subconsciente.
Pero esta historia comienza con Paul Bowles, el norteamericano que precozmente escapa del “american way life”, realizando frecuentes viajes por Europa hasta adentrarse en Marruecos, Sahara y Argelia. Conoció Tanger en 1931, enamorándose de la ciudad a la que sin embargo no volvió para establecer su residencia definitiva hasta 1947. Para entonces, la devastación de la II guerra mundial, el miedo a la bomba atómica, el mundo de rancios valores opresivos que proponía la sociedad tecnológica, revitaliza a un grupo de escritores norteamericanos que fueron conocidos como la Generación Beat : escritores bohemios amantes del jazz y la libertad que se reunían en EEUU defendiendo a los marginados, los malditos, defendiendo una espiritualidad libre que no rehuía el uso de las drogas, la sexualidad, la música de vanguardia, para redimir la conciencia, y que buceaba en los valoresorientales del hinduismo o el budismo… Conectaban con el existencialismo francés de la posguerra, si bien no con la exasperación nihilista y atea de Jean Paul Sastre. Para Kerouac, Burroughs, Ginsberg, etc., Paul Bowles sería un predecesor, alguien que se había adelantado en el “camino” (on the road) que proponía la novela de Keroauc, quizá el más célebre de todos los escritores “beat”.
En realidad, el camino de Bowles no terminaba en ninguna parte, según su célebre distinción entre turista y viajero: el viajero a diferencia del turista no sabe cuando va a regresar, y propiamente hablando, el viaje sólo terminaría con la propia vida, en la desembocadura de la muerte, dentro del fatalismo árabe del “mekroub” (está escrito).
La residencia de Paul Bowles en Tánger sirve de imán en los años 50 y 60 a los escritores beat, a pintores como Brion Gysin, o inclusive a otros compañeros de viaje como el excéntrico psicólogo Timothy Leary, que defiende y pone en práctica por sí mismo el uso de alucinógenos como el LSD para acceder a los estadios superiores de la mente. Marruecos , más cerca que la India, supone esa regresión a un mundo primario, natural, alejado de la ciencia y la tecnología que ha causado la guerra y la energía nuclear, donde además es fácil encontrar kiff. Y dentro de Marruecos, la ciudad de Tánger, con su estatuto de Zona Internacional hasta 1957, congrega una afluencia notable de europeos, turistas, bohemios, millonarios, buscavidas de cualquier tipo de aventura o de trabajo, incluso el de espía. El café de Rick dela película Casablanca nunca existió, y el ambiente del film, situado en los años de la II guerra mundial, es más propio en realidad de Tánger que de la propia Casablanca; de hecho el cambio en el filme se debió a razones políticas de la II guerra mundial. Los bohemios occidentales pueden encontrar en la ciudad lo mejor de dos mundos, la naturaleza de los paisajes desérticos o montañosos de aires limpios y cielos azules, y la ebullición multicultural de la Zona Internacional de Tánger, la Inter-zone de que habla Will Burroughs en “El pan a secas” (traducción exacta propuesta por Juan Goytisolo). Todo aderezado con marihuana y guiso de murciélago.
La espiritualidad oriental puede encontrarse también en la música marroquí, en la músicas étnicas hasta entonces olvidadas en Occidente. Por ejemplo, no demasiado lejos de Tánger, en la villa de Jajouka, situada en un valle en las montañas rifeñas, cerca de Alcazarquivir (al Kar el Kebir).
2. Excursiones musicales a Jajouka.-
Esta historia tiene en su centro nombres propios, dos occidentales y dos marroquíes: El escritor Paul Bowles, el pintor Brion Gysin, el también pintor Mohamed Hamri, y el músico Bachir el Attar. Y alrededor de estos nombres giran los de otros músicos famosos: Brian Jones de los Rolling Stones y el propio grupo, el jazzista Ornette Coleman, Lee Ranaldo de Sonich Youth, etc.
Paul Bowles, aunque fuera luego más conocido por sus libros, era vocacionalmente músico. Discípulo de Aaron Copland, componía tanto música clásica como otra de consumo para Broadway. Como dijimos, en 1947 se estableció en Tánger ya de una manera definitiva –a despecho de su nomadismo vital que le llevó a viajar continuamente, tanto por Marruecos como por otros países- hasta su muerte en 1999. En esos años mágicos de la ciudad –hasta la independencia de Marruecos- se instalaron en la ciudad europeos adinerados que organizan renombradas fiestas que duraban hasta el amanecer, en los que los artistas eran amigos e invitados especiales. Paul Bowles describió estos ambientes tangerinos en su segunda novela, “Déjala que caiga”.
Pero en ese mismo año de 1947, mientras se encontraba en la estación de tren de Tánger, observó que un chico de 15 años mataba el tiempo dibujando en la tierra con gran habilidad. Era Mohamed Hamri, nativo de Jajouka, que había venido a la ciudad buscando trabajo. Paul Bowles y su mujer Jane le contrataron como cocinero y le estimularon a convertirse en pintor, en lo que Hamri tendría gran éxito con exposiciones en América y Europa. Bowles llegaría en su compañía en esos años hasta la aldea de Jajouka, para escuchar la música legó a Tánger en 1950, hospedándose en su casa. En una parada de tren de un viaje que realizaban los dos amigos hasta las Cuevas de Hércules escucharon música de un festival veraniego donde tocaba el grupo de Jajouka, que impresionó tremendamente a Gysin. Bowles le habló de Hamri y de su villa natal, de donde provenía ese grupo musical, y en 1951 al regresar a Tánger Hamri le condujo hasta allí, lo que confirmó el interés de Brion Gysin en esa música, hasta el punto de que tras establecerse en Tanger abrió un restaurante afamado, “Las 1.001 noches”, en el que empleó a Hamri, y cuyo objetivo era también permitir que los Músicos de Jajouka tocaran cada noche en el local para los europeos –y los marroquíes que también acudían- y obtuvieran algunas ganancias económicas, que les hacían buena falta en esa época de posguerra. El restaurante era el mejor de Tánger según Bowles, y en esa etapa dorada de la ciudad, anterior a la independencia de Marruecos –Tánger era zona franca libre de impuestos- las fiestas de la ciudad tenían por escenario también al restaurante de Hamri, Gysin y los Jajouka. El restaurante se mantuvo abierto entre 1953 y 1957, pero tras la independencia de Marruecos perdió gran parte de su clientela europea y hubo de cerrar. Antes de ellos, también Bowles y Gysin hablaron de Jajouka a Borroughs, que igualmente acudió a la aldea a presenciar sus festivales., lo que descubrió a su manera en sus experimentales libros donde hablaba de la Interzona –la Zona internancional libre de Tanger-.
Por su parte, Paul Bowles volvió a Jajouka en mayo de 1952, hablando elogiosamente de esas gentes que “aun se vestían como Pan”, y significando que el viaje había merecido la pena a pesar de las dificultades que existían para llegar, los caminos tortuosos y la avería del coche que había sufrido. No parece que a Bowles –como a otros- la música de Jajouka fuera la que más le interesara de Marruecos, pero sin duda la apreciaba con sinceridad, aunque estaba lejos del entusiasmo de Brion Gysin. Quizá la explicación se encuentre en que Bowles, siempre un eje central entre el mundo de occidente y de oriente, tenía claro que un europeo o un norteamericano no puede integrase totalmente en la mentalidad magrebí; sus novelas y relatos describen esa distancia, que existe incluso para quien como él residiría casi toda su vida en Tánger. Bowles no era un turista sino un viajero, pero desde luego tampoco un nativo bereber o árabe.
Sin embargo, con la marcha de la mayor parte de los europeos y el cierre de “Las 1001 noches” sobrevienen años de declive en Tánger y para los músicos de Jajouka se cierra esta primera etapa de apertura al mundo occidental. Claro es que ni Bowles ni Gysin les han olvidado. La música de los Jajouka es circular, hipnótica, cada ejecutante superpone su frase a la de los demás, produciendo un sonido continuo que induce al trance, y se relaciona con los ritos religiosos del BOUJELOUD , del dios Cabra –un joven con una cabeza de cabra baila hasta la extenuación y a veces hasta la muerte-, que Gysin relaciona con el mito mediterraneo de Pan, si bien tiene también relación con la filosofía religiosa islámica del sufismo, de origen persa. Los músicos de Jajouka tienen una antigüedad de al menos mil años, sucediéndose los conocimientos de generación en generación, y según la tradición, en siglos anteriores ejecutaban su música para los sultanes de Marruecos.
Bowles distinguía los caracteres de las dos culturas existentes en Marruecos, la árabe y la bereber, teniendo en cuenta que muchas zonas experimentaron la mezcla de las dos culturas. La música árabe es individual, pretende “por medios sensibles generar un estado favorable a la especulación filosófica”, y la bereber, la tradicional que proviene ya del neolítico, es colectiva, de participación incluso masiva, propia de lugares exteriores, “cuyos efectos psicológicos estaban dirigidos con frecuencia a provocar estados hipnóticos”. La música bererer se habría mantenido con pureza sólo precisamente en zonas montañosas del norte, como las montañas del Rif y de la Yebala, tal cual la villa de Jajouka. La música rifeña es un “arte con mucha percusión, con complicadas yuxtaposiciones de ritmos, una limitada gama de escalas –a menudo sólo tres tonos adyacentes- y una única manera de vocalizar.
La música de Jajouka, en particular, se basa en la conjunción de instrumentos de percusión y de viento típicos del folclor rifeño: ghaita (la versión árabe como un enorme oboe), un instrumento de sonido estridente entre el oboe y la trompeta, no adecuado para exteriores, la lira (flauta de bambú) y el guimbri (laud de tres cuerdas), así como el tambor de doble cabezal típico de todo marruecos. Y el carácter continuo y repetitivo, hipnótico, de la música le separa de la del resto de la música rifeña, aunque su carácter de música de trance la acerca en cambio a la música de los gwana de raza negra que ejecutan en la zona de Marrakech.
Bowles advirtió sin embargo, con esa actitud cautelosa ante la cultura marroquí que le separaba del entusiasmo algo efervescente y superficial de los beat, que un occidental que ha recibido una educación racionalista, letrada, no puede despojarse en un imposible retorno de esa conciencia para sumergirse en los ritmos tribales del subconsciente del mismo modo que los nativos, que han crecido con esa música primaria y tribal. Se puede conseguir cierta aproximación, pero no una completa inmersión en las sensaciones de quienes danzan desde generaciones al son de esa música. Como ya dijimos, el turista occidental, o incluso el viajero o residente, no pueden integrarse definitivamente en esa cultura. Lo que no les impide disfrutarla.
En cuanto a la vida artística de Tánger, en los primeros años 60 se instalan en Tánger los escritores beat, que tenían a Paul Bowles -y a Gysin- como precursores. En Tánger está invasión supone que los extranjeros residentes sean por un lado los últimos extranjeros acaudalados, especialmente anglosajones, que viven en la zona de la Vieja Montaña , y no abandonaron Marruecos tras la independencia, y los residentes “beatniks”, con sus costumbres liberales y sus excentricidades que causan la alarma de los anteriores residentes, al prever que los musulmanes, de costumbres tradicionales, identificarán a toda la colonia con los recién llegados. El propio Bowles, a pesar de compartir la identidad homosexual con muchos de los “beatniks”, y de hacerse amigo de Burroughs o de Gynsberg, es un escritor de maneras reposadas y elegantes, que no comulga con el estilo de este grupo, y relata a su padre como “cada día se ven más barbas y tejanos asquerosos, las chicas…son lunáticas con su lápiz de labios blanco y negro alrededor de los ojos, y el pelo enmarañado por encima de los hombros”.
Pero a la postre, de esta marea primero de los escritores beat y luego del movimiento de masas hippy, que se basaba en sus postulados, ha de llegar el resurgimiento para los músicos de Jajouka, al ponerse de moda la música “exótica”, lo que un día se llamará la “World music”.
A partir de aproximadamente 1961 los europeos retornan a Tánger si no ya para establecerse sí al menos como turistas. Y en America, los hippies, retomando las enseñanzas de los beat, adoptan ahora formas psicodélicas, cósmicas, y de influencia hindú –Taj Mahal, etc.-, preconizando el amor, la sexualidad, la espiritualidad, la naturaleza… En el verano de 1966 Brion Gysin, que ha vuelto a pasar temporadas en Tánger después de su marcha a fines de los años 50, acompaña al psicólogo Timothy Leary a Jajouka, de donde es expulsado por ofrecer LSD a los jóvenes de la villa… Pero Brion continúa su labor de publicista de las excelencias de esa música y de ese lugar, justo cuando los músicos de rock, los grupos más pujantes del rock, bajo la eclosión hippy –que a diferencia de los “viejos bohemios” de la generación beat, han adoptado el rock en vez del jazz como estilo musical-, quieren introducir elementos orientalistas o africanistas en su música que vayan más allá del corsé del rithm and blues. Los Beatles se acercan a la India, y George Harrison enseña el sitar a Brian Jones, uno de los líderes de los Rolling Stones, que se siente atraído por este tipo de músicas occidentales, pero fijará su atención no en la India sino en Marruecos…
3. Rolling Stones , Marruecos y Jajouka.
Relatemos los viajes de los Rolling a Marruecos.
a) En agosto de 1965, Brian Jones (guitarrista de los Rolling Stones) y su novia, la espectacular Anita Pallenberg , pasaron unos días en Tánger, en el más lujoso de sus hoteles, El Minzah. El lujo del hotel no impidió que el colérico Brian pegara a Anita, hasta acabar él mismo golpeándose el puño contra el marco de hierro de la ventana, y rompiéndose dos huesos de la mano. Durante este mes de agosto Brian se encontró con Brion Gysin, que le habla a Brian Jones del misterioso pueblo de Jajouka, las fiestas rituales y la música alrededor del kif durante toda la noche. Brian quiere visitar la aldea, y arranca a Gysin la promesa de que le conducirá allí en otro viaje.
b) En el invierno de 1967, los RS, que llevan meses envueltos con sus novias y amigos en fiestas londinenses donde además de cocina marroquí –tienen incluso un cocinero nativo- consumen drogas, especialmente marihuana y LSD, son objeto de la percusión policial, redadas que derivan en escándalos de prensa y en procedimientos judiciales. Los abogados les aconsejan que desaparezcan de Inglaterra por un tiempo. Así que se dirigen a Tánger. Mick Jagger y su novia Marianne Faithfull llegan en avión, mientras que Brian Jones, su novia Anita y el otro guitarrista de los Stones, Keith Richards, plantean algo mucho más aventurero, un viaje en coche París-Tánger, en el automóvil Bentley propiedad de Keith que ellos apodan “Blue Lena”, con el amigo Tom Keylock de conductor. La bella Deborah Dixon se añade al cuarteto. Sin embargo, en mitad del viaje, a la altura de Tolouse, Brian, que ha consumido todo tipo de drogas y alcóhol, sufre una crisis respiratoria y ha de ser hospitalizado. Alentados por el propio Brian los demás siguen viaje, y en el trayecto Anita –novia de Brian- hace el amor sin reparos en el asiento de atrás con Keith, ante el asombro del conductor, Keylock, lo que acabará más tarde en un cambio de pareja por parte de Anita, guitarrista por guitarrista, y estropeará las relaciones de Brian y Keith. Al llegar a Marbella, telegramas de Brian Jones –que aun no sabe la aventura de su novia- instan a Anita a volver a Londres con él, y ella se apea del viaje. El Blue Lena alcanza Tánger, el Hotel El Minzah, el 5 de marzo de 1967, donde ya esperan a los viajeros que han concluido el tormentoso y tórrido viaje Mick Jagger, Marianne, y el pintor Brion Gysin, entre otros.
Gysin, que ha conocido a los músicos de Jajouka de la mano del pintor Hamri y de Paul Bowles, ha llevado hasta la aldea a William Borroughs y Timothy Leary, y ahora desea hacer lo mismo con los Rolling, aunque precisamente el más interesado, Brian Jones, se ha caído del equipo. Pero las minifaldas de Marriane y Anita, y las excentricidades y bromas de los Stones hacen desistir a Brion. En un determinado momento ha entrado en la casa Paul Bowles , que al ver a “esos monstruos disfrazos se marcha corriendo en estado de conmoción” según escribió Brion Gysin. Gysin además tiene respeto por la atmósfera tradicional de Jajouka y no quiere que ocurra como el año pasado con Timothy Leary, que acabó siendo expulsado de Jajouka por los jefes tribales. “Yo no llevo a Jajouka a este circo” comenta Brion. Así que opta por lo sencillo y van todos a Marrakech, ciudad de clima desértico más atractiva en esta época de invierno, donde además hay también muchas músicas, y se juntaron ya con Anita y Brian Jones, que ha tenido la original idea de traer su magnetófono para grabar música tribal. En Marrakech se intensifica el flechazo entre Anita y Keith, y se suceden broncas y escenas de celos con Brian Jones. Brian consigue dos prostitutas bereberes y pretende que Anita se una al trío, a lo que esta se niega. La situación es tan tensa que los Stones deciden huir en el Blue Lena sin Brian Jones, encargando a un ignorante Brion Gysin el que se lleve a Brian a la plaza de Marrakech, la célebre Jemaa el Fna, para grabar música con el magnetófono. Cuando regresan, el grupo ha huido en el coche… Mientras en marzo de 1967 el Blue Lena regresa por carretera por España, Francia hasta llegar a Inglaterra cruzando el canal en ferry, Brian ha vuelto por avión desde Casablanca.
El viaje se reflejó en el tema editado en single “We love you”, que ha sido calificado de himno marroquí, donde se plasmó colaboración entre los Stones y los Beatles.
Al retorno a Londres, Anita ha iniciado ya relación con Keith Richards dejando a Brian Jones. Este admitiría que “le robó la novia”, pero también hemos de considerar el maltrato y la violencia con que Brian se comportaba con las mujeres.
En junio de 1967 Keith Richards y Mick Jagger fueron condenados por posesión de drogas y pasaron una noche en la cárcel, y editan su disco más psicodélico “Their satanic majesties request”.
c)Diciembre de 1967. Keith y Anita vuelven a Marrakech a pasar las navidades. Brian Jones junto con Linda Keith prefiere continuar su exploración personal y musical en Ceilán, siendo acogido por el escritor Arthur C. Clarke. Marianne Faithful lee “El almuerzo desnudo”, novela experimental de William Borroughs, que tiene a Tánger como referente geográfico –la Interzone- y le entran deseos de convertirse en yanqui.
d)Abril de 1968. Brian Jones está insatisfecho con la mera psicodelia del disco “Their satanic majesties….” Y pretende aumentar la influencia étnica de la música de Stones con los ritmos marroquíes. Pero en esta ocasión no se dirige todavía a Jajouka sino que pretende grabar la música gwana que tocan los negros del sur de marruecos; los gwanas son de la raza de los bambara y también practican música de trance, hipnótica, basada aparte de otros instrumentos magrebíes, en uno peculiar, los crótalos, unas grandes castañuelas de hierro. Le acompaña su nueva novia Suki, a la que también pega, y el ingeniero de sonido Glyn Johns. Tras un paso por Tánger (nuevamente en el lujoso hotel El Minzah), llegan hasta Marrakech, pero no logran realizar la grabación por problemas técnicos del magnetófono Uher de Brian Jones.
e) Julio de 1968. Brian Jones, que está ya bastante distanciado del grupo Rolling Stones, regresa a Tánger en verano, esta vez con la firme decisión de grabar la música de los Maestros músicos de Jajouka, la aldea al sur de Tánger. En realidad, el mejor momento para ver el espectáculo de los Maestros Músicos es durante la fiesta de Aid-el-kebir, fiesta grande musulmana del Cordero, que se celebra tras finalizar el ramadán, en primavera. En ese momento se celebran en la villa los ritos de Bou Jeloud, que duran siete días, en que un chico del pueblo es disfrazado con las pieles y cabeza de cabra y baila empujado por el influjo del dios Pan, los ritmos musicales y el kif, horas e incluso días enteros, a veces hasta la muerte.
La gran originalidad de la idea de Brian Jones era la grabación de la música. Hasta entonces no se había grabado música étnica con fines de edición. Existían grabaciones privadas, no comerciales como las que había realizado el propio Gysin para su uso o el mismo Paul Bowles ya en los años 50, grabando música de distintos lugares de Marruecos, que no tenían como finalidad la edición de discos.
Tras solucionar problemas con el magnetofón Uher de Brian Jones, y cortar el pelo y vestir con ropas masculinas a la novia de Brian Jones, todos se dirigen a Jajouka, 120 kilómetros al sur de Tánger. En Larache se les une Mohamed Hamri, cuya madre era de Jajouka, y que les va a servir de guía. El pueblo se encuentra en un llano a mitad de una montaña, carece de agua corriente y electricidad, y en aquella época no recibía turistas.
Los músicos de Jajouka, ya que no era la época de Bou Jeloud, interpretaron para la grabación distintas partes de resumen de la que ejecutaban en la semana de las fiestas.
Brian Jones tuvo un comportamiento apacible, fue estimado por los músicos y la gente del pueblo, hasta el punto de que le invitaron a volver el año siguiente para las fiestas del Cordero. Permanecieron día y medio en la villa, realizando numerosas horas de grabación, y luego volvieron a Tánger.
Está confirmado que Brian Jones durante su estancia tuvo una premonición al presenciar el sacrificio de una cabra, y agarrándose el cuello empezó a gritar: “¡Soy yo, soy yo!”.
Más controvertido es el hecho de que Brian Jones mantuvo relaciones con dos prostitutas, las cuales arrastraban la maldición en el pueblo de que quien hacía el amor con ellas moría poco después.
Partiendo de esta base, se ha especulado de modo algo forzado con la similitud de la trama de la primera novela de Paul Bowles “El cielo protector” (The saltering sky) y la trayectoria de Brian Jones: pareja perdida en el exotismo marroquí, relaciones con una mujer y posterior muerte del protagonista. Eso sí, la novela de Paul Bowles fue escrita veinte años antes de todos estos sucesos, y mientras que la muerte del protagonista de la novela es causada por el tifus, el fallecimiento de Brian Jones es todavía misterioso.
Al volver a Londres, Brian Jones ideó grabar un disco con riff de guitarra eléctrica sobre la música étnica de Jajouka, pero el resultado no era correcto –muchos años más tarde se lograría una adecuada integración en discos de World music-, así que durante el verano Jones y el ingeniero de sonido se limitaron a añadir algunos ecos y sintetizadores a la música, realizando el máster de un disco. Pero Decca no tuvo interés en editar el disco.
Brian Jones se fue distanciando más y más de los Stones, y en abril de 1969 le decía al ingeniero Chkiantz (con el que había viajado el año anterior a Marruecos) “Ahora es la fiesta de Jajouka, deberíamos estar allí bailando”. Fue tal vez el último sueño de esperanza para Brian. Dos meses después, el 9 de junio, fue expulsado de la banda Rolling Stones , en la que de hecho ya había dejado de participar hacía tiempo.
Semanas después, el 2 de julio de 1969 apareció muerto, aparentemente ahogado en la piscina de su casa.
En septiembre de 1971 los Rolling Stones decidieron editar en su nuevo sello como primer disco “Brian Jones presents the pipes of Pan at Jajouka”, el que es reconocido como el primer disco occidental de música étnica.
Este disco, aunque tuvo una transcendencia limitada en ese momento, fue un homenaje a Brian Jones y sirvió de impulso a los músicos de Jajouka. El disco salió con un cuadro en portada realizado por Mohamed Hamri, el chico de 15 años que allá en 1947 había encontrado Paul Bowles dibujando en la tierra… Y describe a Brian Jones entre los músicos.
Hamri se convirtió en manager de los Maestros Músicos de Jajouka, que poco después pudieron grabar su propio disco, en 1973 (“The Masters musicians of Jajouka”), al hilo de la visita que en dicho año de 1973 realizó el músico de jazz Ornette Coleman a la villa, a propuesta del escritor Robert Palmer; villa en la que grabó el disco “Dancing in your herat”. El grupo de Maestros aparece en el tema “Midnight sunrise” tocando junto a Coleman, y el resto del disco está grabado en la población, aunque sin su participación.
f)1986. Tras los discos de 1973 sucede un nuevo período de silencio, los músicos de la aldea siguen viviendo y tocando para las fiestas populares, pero no hay nuevas grabaciones. En 1982 muere el director del grupo, Hads el Attar, que ya lo lideraba en la época de las grabaciones de Brian Jones. Su hijo Bachir el Attar asume la dirección del grupo, con una proyección al exterior más decidida, aunque no exenta de polémica, ya que deja de lado la tutela del pintor Mohamed Hamri, con el cual permanecen algunos de los músicos más viejos (que en adelante se llamarán Maestros de Joujouka para diferenciarse de los de Jajouka de Bachir), defendiendo la pureza y el tradicionalismo de su música. Bachir, tras entablar relaciones sentimentales con la fotógrafa norteamericana Cherie Nutting se plantea relanzar en occidente la música de los Maestros de Jajouka, lo cual comentan a Paul Bowles, amigo de ambos, y que éste describe en su libro “Diario de Tanger 1987-1989” , en que a Cherie la llama cariñosamente “Jerez” (por la ciudad española Jerez de la Frontera).
Son años luminosos también para la fama de Paul Bowles, ya que su obra se ha puesto de moda, y Bernardo Bertulucci está interesado en llevar al cine su novela “El cielo protector”, lo que ocurrirá en 1989.
En mayo de 1988, cuando los Rolling Stones están intentando salir del bache de los últimos años 80 que les ha llevado casi a la desaparición como banda, reciben una carta de Bachir Attar, que reparte su tiempo entre Maruecos y Nueva York, solicitando ayuda para los músicos de Jajouka que él dirige ahora, recordando la visita de Brian Jones de 1968 y el disco de 1971, del cual los derechos de autor los están cobrando los propios Rolling Stones y no los necesitados maestros de Jajouka, aunque les advierte que los propios músicos están divididos en dos grupos, tradicionalistas y renovadores. Mick Jagger lee la carta y se interesa por el tema, que no deja de tener su lado comercial también para ellos. Bachir se ofrece para tocar en la gira que planean los Stones. En vez de eso, Mick Jagger plantea introducir la música de los marroquíes en un tema neosufí que él y Keith Richards han compuesto poco antes con un teclado sintetizador Korg, “Continental Drift”, en su encierro de la isla de Barbados, donde proyectan su nuevo disco “Steel wheels”.
Para llevar a cabo el proyecto, los Stones proyectan desplazarse a Tanger y grabar allí el tema con los Músicos de Bachir; de paso, realizar una grabación con la BBC para airear el acontecimiento.
Paul Bowles y los demás amigos de Bachir y Cherie remueven obstáculos para que el equipo televisivo atraviese la aduana, inclusive llamando a la princesa Fatima Zohra. Por desgracia, el máximo mentor de los músicos de Jajouka ante todos los foros occidentales, Brion Gysin, ya no puede intervenir en este nuevo episodio: enfermo de cáncer, ha fallecido en París en 1986. Tampoco está Hill Borroughs, que ha perdido interés en Marruecos desde su visita de 1973 junto a Ornette Coleman (ahora le parece un sitio turístico y masificado, y no comprende como Paul Bowles permanece aun en Tanger). Ni por supuesto Brian Jones.
Sí vive todavía Mohamed Hamri (que fallecerá en 2000) pero es apartado de esta historia, de esta segunda parte de los Stones en Jajouka, controlada por Bachir Attar. De hecho, tras las disputas que se originan por el control de los derechos del disco de Brian Jones de 1971, que es cedido finalmente por los Stones al grupo de Bachir en 1991, Mohamed Hamri declara la enemistad entre Paul Bowles –que ha tomado partido por Bachir y su esposa- y él, en una carta pública al público de California. Le acusa de no saber nada de la aldea de Jajouka desde que acudió con él cuarenta años atrás… Lo cual no es totalmente cierto, ya que Paul Bowles visitó Jajouka sin Hamri al menos en 1952. Lo real, por desgracia, es que que la historia de amistad y ayuda que nació en 1947 en la estación de trenes de Tánger toca a su fin por problemas de celos y tal vez económicos. El problema de los derechos de autor del célebre disco de Brian Jones, que se encuentra según muchos en el eje del problema, termina en litigios en los tribunales entre el grupo de Hamri y el de Bachir.
En 1995, el disco de Brian Jones es reeditado con el sonido original, eliminando los ecos y efectos añadidos; pero también es eliminada la portada original con la pintura de Hamri, y las notas de Robert Palmer . Además, la nueva portada, en el sello de Philip Glass, lleva una foto de Bachir, que en realidad era un bailarín que sólo tenía pocos años en el momento de la grabación de Brian Jones…
Pero, volviendo a la grabación de Continental Drift para el disco de los Stones, Bachir y su entorno, que incluye a Paul Bowles, organizan la grabación de música por los Maestros de Jajouka (sector de Bachir, mayoritario) que servirá de fondo al tema de los Rolling. Desde Jajouka se desplazan a Tanger dieciséis músicos, y se graba la música en el palacio Ben Abou. Mick Jagger charla brevemente con Paul Bowles, todo lo cual es grabado para el reportaje de la BBC que acabará saliendo con el título “Rolling Stones en Marruecos”; también Keith Richards saluda a Bowles. El escritor no da demasiada relevancia a nada de lo que ocurre, que le parece un montaje comercial, a excepción de la propia música de los de Jajouka.
Posteriormente los Rolling visitan la aldea de Jajouka con Bachir, toman los famosos higos, visten chilabas…
Cuando salga finalmente el tema dentro del disco Steel wheels, la música de los de Jajouka se samplea dentro del tema rock (el citado Continental drift) que describe la danza de Bou Jeloud bajo la luna llena. El tema acaba entre flautas de caña y sonidos de pájaros sufíes, en un recuerdo agridulce y postrero de las inquietudes de Brian Jones y los años del flower-power hippy.
“Continental drift” (Deriva de los continentes):
“Deriva de los Continentes
El amor viene a la velocidad de la luz
el amor viene a la velocidad de la luz
el amor viene con extraños disfraces
el amor viene
abrí la puerta y deja que entre la luz
abrí la puerta y no me dejes afuera
abrí la puerta y deja entrar la luz
escucha mi grito
abrí la puerta y deja entrar la luz
abrí la puerta y no me dejes afuera
abrí la puerta y deja entrar la luz
el amor viene a la velocidad de la luz
el amor viene
es tan puro como la plata
es tan puro como el oro
es un río bravo
déjalo que corra sobre mí
es tan puro como la plata
es tan puro como el oro
déjalo que corra sobre mí
el amor viene
el amor viene a la velocidad de la luz
el amor viene a la velocidad de la luz”.
Pese a todo, es realmente escaso el balance de la influencia marroquí en la música de los Stones. Los deseos étnicos de Brian Jones hubieron de encontrar eco “post mortem” fuera de la música de la banda, en su disco sobre los Maestros Músicos, y el liderazgo de Jagger-Richards llevó la música de los Rolling por otros derroteros, casi siempre lejos de la World music, aunque posteriormente introdujeron los ritmos reggae de Jamaica muy del gusto de Keith (disco Black and blue, etc.).
Pero a los Stones, o mejor dicho, a su colíder Brian Jones, le corresponde el honor de haber acercado la música de Jajouka a los oídos occidentales. No en balde una foto de Brian se encuentra en casas de Jajouka, como agradecimiento a ese extraño europeo rubio que en la villa rifeña visualizó su propio sacrificio caprino once meses antes de morir.
Otros músicos del jazz y del rock han viajado a Jajouka, aparte de Ornette Coleman, Rollings, etc. Randy Weston, que ha dedicado un tema a la villa, y ha grabado también con músicos gwana y vivido temporadas en Tánger. Peter Gabriel, paladín de la música étnica en su fusión con el rock. Lee Renaldo, que destacó las similitudes entre aspectos del rock y de la música rifeña… Pero sin duda es la doble visita de los Stones la que ha contribuido a la fama del grupo de las montañas de la Yebala.
4. Final. A fines de siglo, precedidos mucho antes por Brion Gysin, van falleciendo los escritores beat y muchos de los protagonistas de esta historia: Burroughs en 1997, Allen Ginsberg también en 1997, Paul Bowles en 1999, Mohamed Hamri en 2000… Pero la música hipnótica de Jajouka, y la música de rock de los Stones, aun permanece. Y como Bachir ha sostenido, los efectos hipnóticos y curativos de la música de Jajouka ni siquiera precisan del consumo de droga alguna para producirlos: los produce la propia música.
Los Jajouka fieles a Hamri editan varios discos en los años 90, y en 2006 el nuevo disco Boujelou. En su disco Black Eyes de 1995 dedican un tema a Brian Jones (“Brahim Jones, very stoned”).
Por su parte, el grupo de Bachir edita también distintos discos, incorporando sintetizadores, etc
RICARDO MOYANO. 2006.