Diario del Solitario (5): A face in the crowd. María Castro Domínguez. Presentación en Librería Canaima, Las Palmas, enero de 2017.
Torno a ver al Solitario,
después de mucho tiempo, en el salón de prensa del Gabinete Literario, bebiendo
te. Viste muy british, con traje de tweed, y cuando me sorprendo, me recuerda que
en su juventud incluso usaba pajarita. Está contento, el Solitario, se ha
perfumado y le brillan los ojos. Lee un libro. Por un momento creo en un nuevo amor; pero no:
-Es que vengo de una lectura
poética en Canaima. María Catro, mi amiga, presentaba su libro. A face in the crowd, "Un rostro en la multitud". Nice!.
Me muestra el libro, una bonita
composición donde un rostro anónimo, en gris, contrasta con franjas de color
intenso.
-¿La poeta tiene nombre español y título en
inglés?
-No sólo el título, todo el libro está en la
bella lengua de Shakespeare, joven. Ella es hija de españoles, pero nacida en
London.
-¡I
understand!- me río. Pero el Solitario está lanzado, y sigue...diría que se alegra de
encontrarme, de tener contertulio, porque está extrañamente expansivo.
-¿Te has parado a pensar cómo vivimos? Te lo diré. Pasamos el día azacanados, tensos, esclavos de la ronda del reloj,
que diría Silvio Rodríguez… Pero llega la noche. Y en la noche la hormiga se
convierte en cigarra y el sapo cancionero canta. Canaima es otro mundo, un
reducto, una librería mágica. Siempre he pensado que, allí y en esa hora, digo
en las noches de las buenas librerías como esa, los personajes de los libros
cobran vida y cuando no les miramos se hablan unos a otros, Don Quijote con Fausto, la Maga de
Cortázar con el coronel de García Márquez, el americano impasible de Graham
Greene con un bereber de los cuentos de Paul Bowles… La princesa triste de
Rubén Darío con el enamorado melancólico de Neruda. O, en la voz de María
Castro, el Minotauro de Borges con el Chopin del parque Lazienki de Varsovia.
Pero eso son fantasías. La lectura de María fue real. Todo lo real que es un
sueño, claro. No se, ya te lo digo: Vengo de una experiencia religiosa. El libro
ha obtenido además su guirnalda, un importante premio británico, el Erbacce prize. En esta isla pacata y
cerrada pasará desapercibido, claro. Pueblo chico, infierno grande.
-Cuénteme con detalle, Solitario- digo
arrellanándome en un sillón junto al solitario, mientras él cucharea en la taza
de te.
-La librería se convierte al cierre en un
salón, y aunque llenábamos la sala, estábamos todos sumidos en el silencio. Un
instante me pareció que hacía falta una música, un arpa tal vez. Se asocia la
lira al verso ¿verdad? Pero no, qué mejor que los poemas para llenar el
silencio. Y curiosamente se leyeron muchos de los que más me gustaban. Los leyó
la poeta, con diversas entonaciones, según convenía a cada poema, dulce en
Melancholy, juguetona en Authentic romantic, por ejemplo; y también leyeron
el presentador que la arropaba, y una actriz que era como el “alter ego” de
María, o su contrapunto más bien. También había una mimo, que nos recordó que
los gestos y los rostros son un lenguaje universal, una de las claves del
Enigma que es la vida. Me gustó la mezcla. I like it!. Si supieras inglés te recitaría ahora mismo alguno. Ella
habló de su necesidad de escribir, desde niña, y del trabajo duro de un poeta
detrás de las palabras, corrigiendo acentos, ritmos, borradores…Recordo la
influencia en su obra de los poetas ingleses y norteamericanos imaginistas. Es
decir, poemas breves, intensos, donde no hay una sola palabra de más, donde,
como dijo Pound “’imagen’ es aquello que
presenta un compuesto intelectual y emocional en un instante de tiempo”.
-Vale, ya me ha convencido. Leáme uno. Puede
hacerlo, usted dijo que los poemas son también música, aunque uno no los
entienda. Use la lira.
Y el Solitario lee:
“Now
We are
Matter in the past
Tense like rain drops
Splitting the
present
Spitting
a second away”.
Luego lee un poema en prosa que
describe esa sensación de ir entre la gente, soñando caminos, cuando el sol
muere en la playa de las Canteras: “Island Ramble: It´s midday Saturday after siesta time, sun expires light, the blue
is solid. I get the twenty-one bus. It rattles yellow
through cobblestones and swerves in front of Atlántida café. I step down where
an assortment of builders chew cigars and fume onto the street. They wrap
around a radio, listening to afternoon football. Embedded in steam I stroll
around Santa Catalina Park. Here plenty of bars and shops lean on the open
esplanade. It´s a park with just a few palm trees, the rest is covered with
benches, cafes and some homeless. Shoe shiners are spitting into their brushes
heralding passers-by. The lottery man chants numbers whilst his dog inserts a
chorus between. I take the direct route to Canteras beach. A queue outside a
bakery are chinking extra change whilst others are carrying back the whiff of
evening baguettes. The carnivals are on, I bump into Charlie Chaplin, men
dressed as nuns and Luke skywalker. By the beach a promenade unfolds. Everyone
hides in dark glasses. A tour guide snakes through with a spotted umbrella hold
high. The group, like school children, follow in ankle socks and red faces.
They take selfies with a colonial hotel as backdrop. A multilingual loudspeaker
announces the temperature, the wind, the sun. A Police helicopter spies bikinis
and shorts. Joggers slide between hobbling pensioners. The cyclothymic Atlantic
is furious today. Surfers become alive as they take a ride to the top. Children
shriek as salt gets tangled with their sandy tongues. Two seagulls squabble by
me, the winner escapes with my shoe lace. A white kite scribbles free
hugs above.”
Y
nos quedamos los dos en silencio.
-No he entendido mucho, pero sí carnaval y Canteras.
-A los canarios nos gusta más la playa que ir a la academia...- El Solitario ríe, sorbe te y el humillo hace arabescos cerca de su rostro.
-No he entendido mucho, pero sí carnaval y Canteras.
-A los canarios nos gusta más la playa que ir a la academia...- El Solitario ríe, sorbe te y el humillo hace arabescos cerca de su rostro.
-A
face in the crowd. Un rostro en la multitud. Que es lo que somos,
todos somos soledad y masa a la vez. La noche se desvanece y somos cosmonautas
que regresan a la realidad entrando aterrados en la Tierra, como el ruso Gagarin en los años cincuenta. Pero mañana soñaremos de
nuevo, y regresaremos otra vez a Canaima. Así vivimos, ya le dije. Somos pañuelo
al viento, brisa de otoño, junco doblado, horizonte y niebla, figura en la
linde de la playa, que en el crespúsculo dorado interroga con ansia al mar.
-Me
está saliendo usted también poeta, señor Solitario.
-¡Igual
algún día me animo!. Es que estábamos a gusto, estábamos todos en el acto, Juan Antonio Valcárcel,
su esposo, el gran ajedrecista, que usted ya conoce. Y sus hermanas. Sus amigos. Su gente. Ah, y dos escritores
importantes, Luis León Barreto y su esposa Rosario Valcárcel.
-¿Algo
que ver los dos Valcárcel?
-No,
sólo su amor por la poesía. Lo que nos unió a todos en ese instante, en esa jugada en el juego de nuestras vidas, por robarle a usted su título…. Estoy seguro que por las
noches, ahora, los versos de María Castro hablarán en Canaima con los de Elliot
o Pound. Usted mismo, joven Ricardo, citó a Blake en su primer libro.
-Cierto. Tiger, tiger, burning bright
In the forests of the
night!.
El
Solitario remata la estrofa:
-What
immortal hand or eye
Could frame thy fearful symmetry?
-Venderá
mucho, seguro.
El Solitario ríe.
-La poesía no
vende, sólo vale, que es suficiente. No confundamos valor y venta. Como me dijo María al final del acto, todo libro de poemas es sólo un exquisito acto de amor, de homenaje al lenguaje, a la palabra. A la palabra bien
dicha, añadiría yo.
Dejé
allí, al Solitario, concentrado en el libro, terminando su te, ya casi frío.
Casi podía imaginarlo joven, romántico, con una pajarita y un pañuelo de seda asomando
en la chaqueta, engatusando muchachas a su discreta manera. En la Alameda la noche era fresca y la luz se cernía a través de las farolas: también esa luz y el
trasiego de la gente invitaban a vivir y a soñar. Que es lo que hice.
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