viernes, 16 de diciembre de 2016

El juego de nuestras vidas. Fragmento. Capítulo 1.


El juego de nuetras vidas.- Sobre la historia del ajedrez grancanario.- Libro. 2016.

Para los lectores que deseen leer algún fragmento del libro en "on line", aquí van las primera páginas del primer capítulo, donde describo cómo era la situación de nuestro ajedrez en Las Palmas en esos años de pioneros, hasta la llegada de los años 50.





1. 1954-1959. De la "prehistoria" a la historia del ajedrez grancanario. Llega Pierre Dumesnil. Los años del bar Fabelo. Actividad pre-federativa. Renace la Federación Provincial de Las Palmas.


            La prehistoria.- Desde la II República a los años 50.-

Pedro Lezcano (1920-2002), una de las figuras descollantes de nuestro ajedrez y de nuestra intelectualidad durante más de cincuenta años, describió el paso de la década de 1940 a 1950 como el cambio desde la prehistoria del ajedrez grancanario a su verdadera historia, o si se quiere, a su edad moderna.  Prehistórico, sí era: pero al menos, a partir de los años 1930, había existido en la isla un ajedrez artesanal, entusiasta, minoritario, pero ajedrez de competición, a fin de cuentas. Y aunque dedicamos esta obra a la etapa de la “historia”, a partir de mediados de los 50, cuando el joven francés Pierre Dumesnil, hombre milagro, llega a Las Palmas y lo remueve todo, bueno será trazar una breve retrospectiva de esa “prehistoria” del ajedrez grancanario antes de los años 50.

  En los tiempos de la II República, la entusiasta Sociedad Ajedrecística de Las Palmas, presidida por el funcionario de Hacienda Alvaro de Mendizábal, había organizado en un bar de Vegueta y después en el Gabinete Literario -eje del ajedrez culto de estos años- los primeros torneos formales celebrados en Las Palmas, entre 1932 y 1936.  Impulsaron la Sociedad además del propio Alvaro un pequeño grupo de ilustrados: Ildefonso Gallardo, comerciante que había jugado mucho en Cuba antes de volver a Las Palmas,  el entonces capitán de Artillería Ramón Rúa Figueroa, el médico-psiquiatra Rafael O'Shanahan, y pocos más, entre los más veteranos, con el añadido importante del doctor Carlos R. Lafora, valenciano de nivel nacional afincado esos años en Fuerteventura, pero que se desplazaba para participar en algunos torneos; y además se cuenta con  jóvenes que se inician en el juego con fe ciega, como Germán Pírez, su amigo Miguel Navarro,  Luis Martin Estupiñán, o luego Manuel Manrique, el nadador Julio Navarro o el adolescente Andrés Zamora Lloret. Los jóvenes pronto destacaron. En el II de estos torneos, 1934, en ausencia de Lafora, se proclamó campeón no oficial de la provincia precisamente el más entusiasta de ellos, Germán Pírez.

La guerra civil diezmó en 1936 las escasas huestes de nuestro ajedrez y, como sucedía en todo el país, las dividió en dos bandos. Una selección de jugadores grancanarios se había embarcado en el Villa de Madrid para participar en Barcelona en julio de 1936 en la Olimpiada Popular, alternativa a la Olimpiada de Munich controlada por Adolf Hitler. Iban en el correo Germán como capitán, el joven Zamora, de las juventudes socialistas, un sevillano, y dos canarios alineados en la derecha política, el citado Alvaro de Mendizábal y el también joven Manuel Manrique -de las juventudes católicas-. En plena travesía estalla la sublevación de Franco, y cuando el buque arriba al puerto de Barcelona se lo encuentra militarizado, defendido por ametralladoras y las fuerzas republicanas. El barco es registrado y requisado. España arde en llamas y atrás, Canarias había caído desde el primer día en poder del general sublevado. La Olimpiada se suspende, pero Germán Pírez y Andrés Zamora permanecen en Barcelona jugando al ajedrez en los bares, pensando que hacer, mientras los demás regresan a la zona nacionalista. Pocos meses después el adolescente Zamora se entera de que su padre, telegrafista afiliado al P.S.O.E., ha sido asesinado por falangistas. Decide alistarse en el Ejército de Líster para combatir, y Germán, que se siente responsable del benjamín huérfano, le secunda: es el nacimiento para el de su compromiso comunista de por vida. Ambos serán tenientes en el Regimiento de Líster, aunque Andrés Zamora dejará la actividad política tras la guerra civil incorporándose como su fallecido padre al Cuerpo de Correos en Las Palmas. Años después se trasladará al País Vasco. Pírez, mas significado como comisario político de Lister, al acabar la guerra debe huir a Francia, pero en 1942 puede también regresar a Las Palmas, sin abandonar jamás su lucha clandestina al servicio del Partido Comunista.

En Canarias, entretanto, desde el 36, durante el curso de la guerra y a su final, el ajedrez es un desierto. Pese a todo, apoyaron en estos años el juego la Iglesia a través de Acción Católica, el Frente de Juventudes, y sobre todo la obra Sindical de Educación y Descanso en sus locales de la calle León y Castillo, además de un modesto club Levante que existía justo al lado de la sede de la obra Sindical. Y también, tras muchas dificultades, pudo constituirse la novedosa y por desgracia breve Federación Provincial o Federación Canaria de Ajedrez en noviembre de 1942 bajo la presidencia del ya teniente coronel Ramón Rúa Figueroa, siendo secretario Manuel Pérez Reina. Esta Federación, en un ambiente de nuevo entusiasmo, que coincidía con el retorno primero de Luis Martín Estupiñán y Andrés Zamora y después de Germán Pírez, patrocinó torneos ya federativos, proclamando primer campeón oficial de nuevo a Germán Pírez (1914-1992), que batió en un duro match al doctor Lafora, e incluso en 1944 jugó en Madrid las semifinales del campeonato de España.  La federación quedo inoperativa luego, sin embargo, en un largo periodo de sequía desde 1948 a 1959, cuando se reconstituye.

 Vayamos a los nombres. Germán Pírez, que había aprendido a jugar solo y con algunas enseñanzas de Ildefonso Gallardo, fue sin duda el mejor jugador de esas  décadas,  el que se tomó el ajedrez más en serio, y el que sirve de enlace entre una y otra etapa, por seguir la certera propuesta lezcaniana: la prehistoria anterior a los 50, y la historia. Gran dominador entre 1933 y 1947, cuando hubo de huir y esconderse del régimen, Germán es el "mariscal", el que resistió los desafíos del valenciano doctor Carlos R.  Lafora, su mayor antagonista desde los años 30, un duro jugador ya bregado, olímpico incluso, médico humanista hermano del célebre psiquiatra exiliado en México Gonzalo R. Lafora -citado a veces también como Gustavo-, que por sus ideales republicanos había sido condenado a pena de destierro en Las Palmas, y abrió consulta en Telde, que fue con Gáldar la población donde durante mucho tiempo se jugó el mejor ajedrez no capitalino.

    Telde, donde se jugaron muchas de estas partidas entre los dos grandes, descolló incluso antes que la ciudad de los Caballeros: ya en 1940 el párroco del barrio de San Gregorio Simón Caballero Sánchez jugaba con el mismo Carlos R. Lafora en el archivo parroquial y luego en los locales de Acción Católica con un reducido núcleo de entusiastas, el practicante Miguel "el catalán", Angelito Rodríguez el majorero, o Cesáreo Rodríguez Medina. Este embrión ajedrecístico teldense hizo que fuera allí, o más exactamente en el centenario Casino la Unión del barrio de San Juan, donde se disputara a fines de 1942 el cuadrangular entre el propio Carlos R. Lafora, Germán Pírez, Luis Martín Estupiñán y Andrés Zamora Lloret, vencedores del I Torneo del Kiosco de la Música, que sirvió para decidir tras un match de los dos mejores el nombrado primer campeonato provincial federativo oficial de los años cuarenta.

En la capital de la isla, junto a los ya citados, empezaron también en los 30-40   Zabaleta o Angel Navas, que murieron jóvenes, Narciso Casañas,  Juan Marqués, José Luis Gallardo, hijo de Ildefonso Gallardo,  Fernando Sagaseta, los hermanos Sánchez, Ramón García “el cambullonero”, Tiburcio Martín -el hermano de Luis Martín Estupiñán-, el holandés Juan Van Bockel, el gallego Antonio Almazán, los veteranos Cubas, Ruiloba, y muy pocos más. El joven Pedro Lezcano, en la península o Tenerife desde 1936, estudiando, se sumaría al grupo en 1947, aunque ya en los períodos de vacaciones residía en Las Palmas, y desde 1945 jugaba torneos en la isla. La federación se decía entonces "circense", porque los mejores torneos se desarrollaban al aire libre bajo las lonas o carpa del ya muy deteriorado kiosco de la música del parque San Telmo, que era el punto más emblemático de reunión, y sede de los mejores torneos; en estos años unas precarias lonas habían reemplazado a la cúpula originaria, ahora restaurada.  Aunque también se jugaba en muchos otros bares y establecimientos, como en la cafetería La Mallorquina de la calle Triana, y en las propias casas, o en la playa de las Canteras y en sociedades portuarias como el R.C. Victoria o en el club P.A.L.A. (donde actualmente se ubica el hotel Reina Isabel). Los hoteles y las sociedades elitistas de la burguesía, como el R.C. Náutico, el Mercantil o el Gabinete Literario,  eran en cambio  de difícil acceso salvo para torneos muy puntuales o el ajedrez informal de sus propios socios, aunque a veces, por ejemplo en el Gabinete, se permitía el acceso de los no asociados acompañados de éstos.

 En todo caso, los mejores jugadores estaban en general alineados en el reformismo o la izquierda. El propio Germán Pírez, el campeón de estos tiempos, era un buen ejemplo, ya que, aunque de familia de clase media, era desde los años 40 el máximo responsable del Partido Comunista en la clandestinidad. Como ya conté, se había afiliado al partido en la guerra civil. Pírez, que en 1936 “no distinguía el comunismo de la Falange”, indignado por la noticia del fusilamiento del padre del joven Andrés Zamora, abrazó el comunismo y se alineó en las filas de Enrique Líster, donde sirvió durante toda la guerra, hasta que ante la inminente derrota, tras pasar la frontera con Francia en 1939, sufrió muchas penalidades en el campo de concentración de Argeles y otros. Salvado milagrosamente de ser entregado a los nazis,  finalmente, fue devuelto a España, y a pesar de los negros augurios, el régimen de Franco sólo le mantuvo un breve tiempo privado de libertad en el campo de concentración de Figueres y luego en la prisión de Reus, y luego pudo regresar a Canarias en verano de 1942, ocultando eso sí en todo momento sus antecedentes políticos. Pero en absoluto se había olvidado de su compromiso. En Las Palmas operaba desde 1941 como responsable del Partido Comunista Manuel Cáceres, pero el joven Pírez y su grupo proponen acciones más combativas, ya que creen, equivocadamente, que Franco no sobrevivirá a la derrota de Alemania en la II Guerra mundial; en 1946 el Comité Central se decanta por  Pírez. A Germán la policía política le había sometido entretanto a estrecha vigilancia. De hecho, sólo pudo jugar la semifinal de 1944 en Madrina provisto de un salvoconducto, vigilado, y bajo prohibición de hablar con los restantes jugadores, ya que el régimen de Franco sospechaba que aprovechaba los viajes para extender las redes del comunismo. Y no le faltaba razón. Nervioso, Pírez no rindió a su nivel en ese torneo, aunque pudo vencer al fuerte jugador Rico. Una lástima, pues por los avatares de la vida ya nunca volvería a competir en campeonatos nacionales, siendo pese a su fuerza casi un desconocido en el ajedrez estatal.

            Dejando a Pírez, y a los veteranos, vamos a ocuparnos de los jóvenes que se iniciaban en este primer lustro de los 40, universitarios generalmente, de pensamiento progresista, que, en su gran mayoría, dada la inexistencia de Universidad en Las Palmas, estaban todo o parte del tiempo en Interferir o la península, estudiando. El más destacado de esta hornada fue el mentado  Fernando Sagaseta (1927-1993), estudiante de leyes, un fogoso entusiasta del juego romántico que en 1944, aún adolescente, se había erigido en el nuevo rival, junto a Lafora, del imbatible y retornado Pírez, aunque Germán pudo mantenerla también a él a raya en los encuentros y matchs entre ambos. Junto a Fernando, en estos principios de los 40, hemos de citar, además de a los retornados Luis M. Estupiñán y Zamora, como valores nuevos, a  Pedro Sánchez, que tras mantener la peña Jaque con su hermano en la calle Terrero marcha a Valladolid a hacer medicina, donde logra batir a Alekhine en simultáneas y se proclama muchos años campeón universitario; y también al poeta Isidro Miranda Millares y a José Luis Gallardo -hijo de Ildefonso, el precursor que conoció a Capablanca en Cuba e introdujo en Las Palmas el reloj de ajedrez-, que al igual que Fernando estudian en La Laguna, en este caso ambos filología.  Pero quien más destaca junto a Sagaseta de este grupo de estudiantes, y quien será más fiel en Canarias a la diosa del ajedrez a lo largo de décadas, no es ninguno de estos sino el ya citado y laureado poeta Pedro Lezcano, que hasta 1945 no aparece por el ajedrez insular aunque ya había jugado desde niño en Barcelona y Madrid.  Y es que había dado muchos trotes. Tras una juventud con continuos cambios de residencia y estudios de filosofía en La Laguna y Madrina, ha regresado a la isla en1947 intentando ganarse la vida como impresor, profesor, etc., y dar rienda suelta a su pasión literaria.

            Germán Pírez –mayor-, Fernando Sagaseta y Pedro Lezcano –más jóvenes- son el trío de jugadores más relevantes de este momento, mediados de los años 40, tras la marcha de Pedro Sánchez y Andrés Zamora, y con permiso de Estupiñán y sobre todo de Lafora (que por desgracia, como recordara Pírez décadas después, tuvo que casi dejar de jugar en Las Palmas por la hostilidad de la muy vocalista afición gran canaria). Y son pues finalmente los tres citados, Pírez, Sagaseta y Lezcano, quienes  contribuirán a formar la base sólida sobre la que podrán fundarse las verdaderas estructuras del ajedrez grancanario en la década de los 50, o más exactamente, a partir de 1954. Que es cuando se pasa de la prehistoria...a la historia. Con la advertencia obligada de que por razones de su huida y posterior prisión, Germán no podrá contar para el ajedrez canario desde 1947 hasta su retorno a fines de 1957.

            Y si señalo la fecha de 1954, cuando Dumesnil empieza a ocuparse del ajedrez grancanario,  es porque antes hay un terrible vacío de casi diez años: en el segundo lustro de los años 40 y comienzos de los 50 el estado del ajedrez en la isla empeora gravemente, se desertiza. La resurrección de los primeros años 40 parece haber sido solo un espejismo, y el ambiente del ajedrez decae de nuevo. Si antes eran solo un puñado de aficionados, ahora van a quedar todavía menos. Luis Martín Estupiñán, hombre vinculado a la mar, marcha a las América, a Uruguay en concreto, a buscar trabajo. Andrés Zamora Lloret o Pedro Sánchez ya se han ido antes a la península, por razones de estudios o trabajo. El doctor Carlos R. Lafora, cumplida su pena de destierro, regresa a Valencia para reunirse con sus hermanos y reunificar la familia: de hecho Gonzalo acaba de retornar del exilio en México, aunque por sus antecedentes republicanos ninguno de los dos recibe al principio una cordial bienvenida en la península. Pero el golpe de gracia es que Germán Pírez, el líder indiscutible del ajedrez insular, siente también en este instante el cerco policial estrechándose, está a punto de caer preso en una redada, y decide huir campo a través a los montes de Gran Canaria, ocultado desde entonces por las células comunistas; desde 1947 vive en clandestinidad, y años después, detenido al fin en agosto de 1954, es condenado en Consejo de guerra a una dura pena que ha de cumplir en cárceles canarias primero y en varias peninsulares después, hasta acabar en El Dueso, aunque afortunadamente solo cumplió algo más de tres de los trece años de la sentencia, y fue luego indultado. Hasta fines de 1957 no podrá volver a Gran Canaria, y no cuenta para la historia del ajedrez grancanario, donde lo había sido todo: el mejor jugador, el dinamizador, el periodista,.. Y por desgracia no encuentra un relevo adecuado.

            Situación de colapso a fines de los años 40.-

            Total, que a fines de la década 40 apenas quedan ajedrecistas en Las Palmas.  La federación misma desaparece: lejos ya los ecos de la simultánea de Alekhine a fines de 1945, el ambiente decae, y el presidente Rúa Figueroa ha dejado la presidencia de la federación hacia 1947; años después, con su ascenso a coronel en 1951 y su traslado a Ceuta, deja de contar definitivamente para el ajedrez grancanario, del que había sido impulsor desde los tiempos de la República. Se intenta el relevo en la cabeza nombrando a Carlos R. Lafora nuevo presidente, poco antes de su regreso a Valencia; pero el nombramiento recibe el veto del Gobierno Civil por sus antecedentes penales debido a la condena del Consejo de guerra. Al parecer la solución fue el paso del secretario Pérez Reina a la presidencia, y de José Luis Gallardo a la secretaría, pero lo cierto es que la federación muere de inanición.  A fines de la década, la obra de Educación y Descanso y el ajedrez informal en el parque San Telmo y los bares es lo poco que queda en pie. Es llamativo que ya no esté jugando ninguno de los cuatro participantes en el cuadrangular de Telde de 1942. Quedan algunos veteranos de segundo nivel, y jóvenes como Lezcano -que de hecho en 1947 se ha afincado definitivamente en Las Palmas-Sagaseta, Miranda o José Luis Gallardo. No hay más. No hay torneos. Apenas algún social en el Victoria, simultáneas, y partidas de café.

El ajedrez competitivo se desarrolla ahora, en la isla de Interferir, bajo el ímpetu del entusiasta secretario de la federación José Carmona Marcet. La otrora simplemente provincial Federación Tinerfeña de ajedrez, que se había constituido como meramente provincial después que la de Las Palmas, pasa a convertirse en la Federación Regional, y única operativa en las islas. En Las Palmas los pocos practicantes del juego subsistentes se dedicaban a sus actividades profesionales, y como digo, a partidas amistosas en el parque San Telmo, los bares, o sus propios domicilios. Queda por supuesto un ramillete de jugadores: junto a los ya citados que ya jugaban desde antes, forman filas a comienzos de los 50 algunos más como el retornado Miguel Navarro –el amigo de Pírez de los años 30 ha vuelto al fin de sus años de estudiante en Madrid, y se emplea como funcionario-, el abogado Walter Suárez, o nuevos jugadores adolescentes nacidos en la década de los 30, como Juan Pedro Domínguez, Eligio Quinteiro o Tomás Valido. Pero son pocos, desorganizados, y con menos sitios aún que antes donde echar las partidas.  Incluso en el parque, el emblemático Kiosco de la música de San Telmo tampoco facilita ya las cosas, sólo quedan ahora tres o cuatro tableros para el juego, y los nuevos responsables del templete, a diferencia de los anteriores, ponen problemas a los ajedrecistas, exigiendo muchas consumiciones a los jugadores. Estos problemas han motivado que hacia 1953-54 los aficionados a menudo se desplacen a un bar cercano, el Fabelo, en el arranque de la calle Bravo Murillo, que va a ser el más relevante en estos años, al menos en la ciudad antigua. Se juega también en otros establecimientos de la zona vieja o del puerto, o claro está, en las casas en pequeñas peñas o al aire libre en el propio parque San Telmo en los bancos o en las arenas de la playa, a riesgo en el primer caso de que te caiga encima la blanca deposición de las palomas, y en el segundo de que las olas se lleven alguna de las piezas, como recuerdan Lezcano y José Luis Gallardo... Existió también por corto tiempo un club universitario en Triana, en el antiguo edificio de La Unión y el Fénix, cerrado por el régimen de Franco por ser un punto de reunión de estudiantes de la izquierda antifranquista. Y hay que recordar el club o peña que improvisa Gallardo   en su casa de Las Canteras, o los hermanos Estupiñán en un cuarto en el Puerto, o Sagaseta en el portal de su casa, que funcionaban ya desde los años cuarenta.

Germán Pírez, Sagaseta y Lezcano, trío de ases:

Pero en ausencia del huido y luego encarcelado Pírez, desde fines de los 40 son dos, Sagaseta, que ya ha terminado la carrera, y Lezcano, quienes mantienen el timón del ajedrez básicamente, y quienes muestran una dedicación más constante al juego de los reyes. Los mejores. Será bueno hacer pues una breve semblanza de la vida de los dos, ya que de Germán hemos hablado lo suficiente, y ahora vive escondido, hasta alcanzar estos principios de los 50, 1954 exactamente, en que arrancamos de verdad nuestra historia. La Historia.

Fernando Sagaseta nació en Las Palmas, en la casa de Viera y Clavija donde vivió siempre y montó su primer despacho de abogado. Su padre murió cuando sólo tenía cinco años y fue cuidado por su madre, figura determinante en su vida. De chico fue muy religioso, y militó en el Frente de Juventudes. En 1942, cuando Germán Pírez regresó del exilio, ambos se conocieron y trabaron amistad de por vida por la pasión del ajedrez, que les unió antes que la pasión política. En esos años Sagaseta, que ya jugaba los torneos de Educación y Descanso y del Kiosco de San Telmo, era junto con Lafora el mayor rival de Pírez. En 1944 Fernando marcha sin embargo a La Laguna a empezar la carrera de derecho, pero dada su estrecha posición económica, en los veranos ha de ganarse la vida trabajando en Las Palmas de pasante, y también aprovecha para jugar mucho al ajedrez, cuando puede, proclamándose por ejemplo campeón nacional del S.E.U. en 1947.  En 1949, con la carrera ya terminada, regresa definitivamente a Las Palmas, y monta su modesto club de ajedrez para amigos en el zaguán de su casa. La época es durísima, la posguerra y el boicot de los vencedores de Hitler a la España franquista afectan sobre todo al pueblo llano. La hambruna es grande, y difícil salir adelante en la elitista curia de Vegueta sin una tradición familiar. Fernando se ayuda ahora dando clases de historia de filosofía... En 1952 baraja la idea de emigrar a la América latina, como hacen tantos canarios. Pero su madre viuda no quiere alejarse de su hijo por nada del mundo, y le convence para que monte un modesto bufete en su propio domicilio. En estos años, como siempre, es de los habituales y más destacados ajedrecistas del bar Fabelo y del parque, un puntal en el ajedrez de la ciudad vieja, siempre en sana rivalidad con el puerto. A diferencia de Gallardo hijo, Lezcano, Pírez o los hermanos Estupiñán, Sagaseta nunca mostró especial atracción por el mar ni por los deportes físicos. En 1956 contrae matrimonio con Elisa López Ossa y poco después nace su primer hijo Fernando. Aun con estrecheces, lo cierto es que se ha ido abriendo camino profesionalmente. En estos años, desde su época universitaria, ya está muy influido por ideas progresistas, pero lejos del comunismo de Pírez, y siempre atento a los movimientos de la izquierda iberoamericana. En lo local, plantea la lucha contra el todopoderoso decano del Colegio de Abogados y presidente del Cabildo y de la Caja de Ahorros, Matías Vega, el gran cacique franquista de la época.

            Pedro Lezcano Montalvo era siete años mayor que Fernando, aunque su vinculación con Las Palmas fue posterior a la de Fernando -de hecho sus padres no eran canarios, y al principio se le consideraba en las islas "un estudiante madrileño"-. Quien llegaría con el tiempo a identificarse tanto con Canarias nació ciertamente en Madrid, y su madre, segunda esposa de su padre, murió en el parto, como le había ocurrido antes a su hermano de padre Ricardo. "Mi madre pagó con mi vida mi nacimiento en Madrid el 10 de septiembre de 1917; mi hermano Pedro vino al mundo en la misma ciudad el 17 de septiembre de 1920, y un sino despiadado hizo que también su madre muriera de parto.Esta orfandad compartida, no mitigada por presencia femenina alguna, nos hizo autodidactas en la caricia y violentos ante toda autoridad moral, empezando por nuestro duro hogar en el que la paternidad se ejercía más mediante índices admonitorios y coerciones físicas que con comprensión y ayuda" escribió Ricardo Lezcano. Esta doble orfandad materna les uniría de por vida, en una relación mucho más estrecha de la que tendrían nunca ambos con su padre. De algún modo fue el hermano mayor Ricardo quien asumió el rol protector del sensible Pedro. Fue de hecho Ricardo quien enseñó a Pedro, entre otras muchas cosas, a jugar al ajedrez, aunque éste le superara pronto en destreza. Una carta de 1958 la encabezó significativamente Pedro con este principio: "Querido hermano, padre y máximo amigo".

             Durante los veinte primeros años el hermano menor dio muchas vueltas, a resultas de las idas y venidas de su padre: a los tres años vino a vivir a Las Palmas, pero luego de nuevo estaba otra vez en Madrid, luego en Las Palmas a los nueve años, un tiempo feliz en la calle Eusebio Navarro en un barrio rodeado de plataneras, y pesca en el muelle de San Telmo, donde por entonces llegaba el mar; y finalmente en Barcelona otra vez en 1932 por enigmática decisión paterna. El cambio frustró a los hermanos. A los 10 años Pedro había aprendido a jugar al ajedrez con Ricardo, y ahora, con 13 años, era un chico aislado en una ciudad que apenas conocía, donde, hacia 1933, el club de ajedrez Barcelona le sirvió de cobijo para combatir el aislamiento y la incomunicación en que le sumían su forma de ser, el ambiente y el idioma, llegando a hurtar libros de ajedrez junto a su hermano Ricardo en puestos callejeros. Jugaba con desconocidos con los que ni hablaba. La sensibilidad de Pedro se demuestra ya en que pasaba un mal rato cuando ganaba a su hermano.  Y es que nunca le gustó ganar a los amigos, aunque, como recuerda Ricardo, su hermano era el más duro en las peleas de chiquillos, el jefe del barrio. En 1936, mientras Ricardo permanece en Barcelona, y mantiene relaciones sentimentales con la escritora Carmen Laforet, Pedro ha vuelto de nuevo a Las Palmas, donde le sorprende la guerra civil, que separa cruelmente a los hermanos durante los tres años del conflicto. Es curioso que sea Germán Pírez quien se encuentre en esos momentos allí encabezando la expedición canaria a la Olimpiada Popular. En Las Palmas, Pedro es movilizado en 1938 por el Ejército de Franco y asignado a un cuartel de infantería en la Isleta,aunque sólo en trabajos auxiliares por su elevada miopía: es aquí y ahora, ante la barbarie de represión y fusilamientos que presencia, cuando ve nacer a sus 16 años su rebelión interior y sus ideas progresistas, aunque siempre tuvo una deriva más ácrata que propiamente izquierdista o partidista. En 1939, finalizada la guerra civil, pudo reencontrarse con su querido Ricardo, que desde 1942 se afinca en Las Palmas: se inician dos décadas de estrecha, fecunda y fraternal convivencia entre ambos, pero con altibajos: al principio es Pedro quien se va ahora de Las Palmas unos años, para acabar en 1939 y 1940 la reválida del bachiller de nuevo en la Barcelona arrasada por la guerra civil. Allí vuelve a jugar al ajedrez y gana el torneo de segunda en el club de ajedrez Barcelona, que había conocido de niño. Pero no logra hacer la reválida hasta 1941, ya que ante el comienzo de la II guerra mundial es movilizado de nuevo en Canarias, considerada plaza fuerte asediada por la armada británica. En 1941 inicia estudios de Filosofía en la Universidad de La Laguna primero y luego en Madrid a partir de 1943, donde, a falta de apoyo paterno, se ha de ganar la vida con clases de matemáticas. En estos años universitarios madrileños jugó ajedrez también y fundó el club Alfil. En 1944 vio al canario Germán Pírez jugar las semifinales del campeonato de España, y un año antes había presenciado el torneo internacional de Madrid donde ganó Keres, y donde participó el canario Miguel Navarro, el amigo de Pírez, pero sin que en ese instante Pedro llegara a hablar con él, pues como él mismo dijo, por entonces no era él un ajedrecista isleño, sino que conocía únicamente el ajedrez catalán y madrileño. (.....)


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