El juego de nuetras vidas.- Sobre la historia del ajedrez grancanario.- Libro. 2016.
Para los lectores que deseen leer algún fragmento del libro en "on line", aquí van las primera páginas del primer capítulo, donde describo cómo era la situación de nuestro ajedrez en Las Palmas en esos años de pioneros, hasta la llegada de los años 50.
1.
1954-1959. De la "prehistoria" a la historia del ajedrez grancanario.
Llega Pierre Dumesnil. Los años del bar Fabelo. Actividad pre-federativa.
Renace la Federación Provincial de Las Palmas.
La
prehistoria.- Desde la II República a los años 50.-
Pedro Lezcano (1920-2002), una de las figuras descollantes de nuestro
ajedrez y de nuestra intelectualidad durante más de cincuenta años, describió
el paso de la década de 1940 a 1950 como el cambio desde la prehistoria del
ajedrez grancanario a su verdadera historia, o si se quiere, a su edad moderna. Prehistórico, sí era: pero al menos, a partir
de los años 1930, había existido en la isla un ajedrez artesanal, entusiasta,
minoritario, pero ajedrez de competición, a fin de cuentas. Y aunque dedicamos
esta obra a la etapa de la “historia”, a partir de mediados de los 50, cuando
el joven francés Pierre Dumesnil, hombre milagro, llega a Las Palmas y lo
remueve todo, bueno será trazar una breve retrospectiva de esa “prehistoria”
del ajedrez grancanario antes de los años 50.
En los tiempos de la II
República, la entusiasta Sociedad Ajedrecística de Las Palmas, presidida por el
funcionario de Hacienda Alvaro de Mendizábal, había organizado en un bar de
Vegueta y después en el Gabinete Literario -eje del ajedrez culto de estos
años- los primeros torneos formales celebrados en Las Palmas, entre 1932 y
1936. Impulsaron la Sociedad además del
propio Alvaro un pequeño grupo de ilustrados: Ildefonso Gallardo, comerciante
que había jugado mucho en Cuba antes de volver a Las Palmas, el entonces capitán de Artillería Ramón Rúa
Figueroa, el médico-psiquiatra Rafael O'Shanahan, y pocos más, entre los más
veteranos, con el añadido importante del doctor Carlos R. Lafora, valenciano de
nivel nacional afincado esos años en Fuerteventura, pero que se desplazaba para
participar en algunos torneos; y además se cuenta con jóvenes que se inician en el juego con fe
ciega, como Germán Pírez, su amigo Miguel Navarro, Luis Martin Estupiñán, o luego Manuel
Manrique, el nadador Julio Navarro o el adolescente Andrés Zamora Lloret. Los
jóvenes pronto destacaron. En el II de estos torneos, 1934, en ausencia de
Lafora, se proclamó campeón no oficial de la provincia precisamente el más
entusiasta de ellos, Germán Pírez.
La guerra civil diezmó en 1936 las escasas huestes de nuestro ajedrez y,
como sucedía en todo el país, las dividió en dos bandos. Una selección de
jugadores grancanarios se había embarcado en el Villa de Madrid para participar
en Barcelona en julio de 1936 en la Olimpiada Popular, alternativa a la
Olimpiada de Munich controlada por Adolf Hitler. Iban en el correo Germán como
capitán, el joven Zamora, de las juventudes socialistas, un sevillano, y dos
canarios alineados en la derecha política, el citado Alvaro de Mendizábal y el
también joven Manuel Manrique -de las juventudes católicas-. En plena travesía
estalla la sublevación de Franco, y cuando el buque arriba al puerto de
Barcelona se lo encuentra militarizado, defendido por ametralladoras y las
fuerzas republicanas. El barco es registrado y requisado. España arde en llamas
y atrás, Canarias había caído desde el primer día en poder del general
sublevado. La Olimpiada se suspende, pero Germán Pírez y Andrés Zamora
permanecen en Barcelona jugando al ajedrez en los bares, pensando que hacer,
mientras los demás regresan a la zona nacionalista. Pocos meses después el
adolescente Zamora se entera de que su padre, telegrafista afiliado al
P.S.O.E., ha sido asesinado por falangistas. Decide alistarse en el Ejército de
Líster para combatir, y Germán, que se siente responsable del benjamín
huérfano, le secunda: es el nacimiento para el de su compromiso comunista de
por vida. Ambos serán tenientes en el Regimiento de Líster, aunque Andrés
Zamora dejará la actividad política tras la guerra civil incorporándose como su
fallecido padre al Cuerpo de Correos en Las Palmas. Años después se trasladará
al País Vasco. Pírez, mas significado como comisario político de Lister, al
acabar la guerra debe huir a Francia, pero en 1942 puede también regresar a Las
Palmas, sin abandonar jamás su lucha clandestina al servicio del Partido
Comunista.
En Canarias, entretanto, desde el 36, durante el curso de la guerra y a
su final, el ajedrez es un desierto. Pese a todo, apoyaron en estos años el
juego la Iglesia a través de Acción Católica, el Frente de Juventudes, y sobre todo
la obra Sindical de Educación y Descanso en sus locales de la calle León y
Castillo, además de un modesto club Levante que existía justo al lado de la
sede de la obra Sindical. Y también, tras muchas dificultades, pudo
constituirse la novedosa y por desgracia breve Federación Provincial o
Federación Canaria de Ajedrez en noviembre de 1942 bajo la presidencia del ya
teniente coronel Ramón Rúa Figueroa, siendo secretario Manuel Pérez Reina. Esta
Federación, en un ambiente de nuevo entusiasmo, que coincidía con el retorno
primero de Luis Martín Estupiñán y Andrés Zamora y después de Germán Pírez,
patrocinó torneos ya federativos, proclamando primer campeón oficial de nuevo a
Germán Pírez (1914-1992), que batió en un duro match al doctor Lafora, e
incluso en 1944 jugó en Madrid las semifinales del campeonato de España. La federación quedo inoperativa luego, sin
embargo, en un largo periodo de sequía desde 1948 a 1959, cuando se
reconstituye.
Vayamos a los nombres. Germán
Pírez, que había aprendido a jugar solo y con algunas enseñanzas de Ildefonso
Gallardo, fue sin duda el mejor jugador de esas
décadas, el que se tomó el
ajedrez más en serio, y el que sirve de enlace entre una y otra etapa, por
seguir la certera propuesta lezcaniana: la prehistoria anterior a los 50, y la
historia. Gran dominador entre 1933 y 1947, cuando hubo de huir y esconderse
del régimen, Germán es el "mariscal", el que resistió los desafíos
del valenciano doctor Carlos R. Lafora,
su mayor antagonista desde los años 30, un duro jugador ya bregado, olímpico
incluso, médico humanista hermano del célebre psiquiatra exiliado en México
Gonzalo R. Lafora -citado a veces también como Gustavo-, que por sus ideales
republicanos había sido condenado a pena de destierro en Las Palmas, y abrió
consulta en Telde, que fue con Gáldar la población donde durante mucho tiempo
se jugó el mejor ajedrez no capitalino.
Telde, donde se jugaron muchas
de estas partidas entre los dos grandes, descolló incluso antes que la ciudad
de los Caballeros: ya en 1940 el párroco del barrio de San Gregorio Simón
Caballero Sánchez jugaba con el mismo Carlos R. Lafora en el archivo parroquial
y luego en los locales de Acción Católica con un reducido núcleo de
entusiastas, el practicante Miguel "el catalán", Angelito Rodríguez
el majorero, o Cesáreo Rodríguez Medina. Este embrión ajedrecístico teldense
hizo que fuera allí, o más exactamente en el centenario Casino la Unión del
barrio de San Juan, donde se disputara a fines de 1942 el cuadrangular entre el
propio Carlos R. Lafora, Germán Pírez, Luis Martín Estupiñán y Andrés Zamora
Lloret, vencedores del I Torneo del Kiosco de la Música, que sirvió para
decidir tras un match de los dos mejores el nombrado primer campeonato
provincial federativo oficial de los años cuarenta.
En la capital de la isla, junto a los ya citados, empezaron también en
los 30-40 Zabaleta o Angel Navas, que
murieron jóvenes, Narciso Casañas, Juan
Marqués, José Luis Gallardo, hijo de Ildefonso Gallardo, Fernando Sagaseta, los hermanos Sánchez,
Ramón García “el cambullonero”, Tiburcio Martín -el hermano de Luis Martín
Estupiñán-, el holandés Juan Van Bockel, el gallego Antonio Almazán, los veteranos
Cubas, Ruiloba, y muy pocos más. El joven Pedro Lezcano, en la península o
Tenerife desde 1936, estudiando, se sumaría al grupo en 1947, aunque ya en los
períodos de vacaciones residía en Las Palmas, y desde 1945 jugaba torneos en la
isla. La federación se decía entonces "circense", porque los mejores
torneos se desarrollaban al aire libre bajo las lonas o carpa del ya muy
deteriorado kiosco de la música del parque San Telmo, que era el punto más
emblemático de reunión, y sede de los mejores torneos; en estos años unas
precarias lonas habían reemplazado a la cúpula originaria, ahora
restaurada. Aunque también se jugaba en
muchos otros bares y establecimientos, como en la cafetería La Mallorquina de
la calle Triana, y en las propias casas, o en la playa de las Canteras y en
sociedades portuarias como el R.C. Victoria o en el club P.A.L.A. (donde
actualmente se ubica el hotel Reina Isabel). Los hoteles y las sociedades
elitistas de la burguesía, como el R.C. Náutico, el Mercantil o el Gabinete
Literario, eran en cambio de difícil acceso salvo para torneos muy
puntuales o el ajedrez informal de sus propios socios, aunque a veces, por
ejemplo en el Gabinete, se permitía el acceso de los no asociados acompañados
de éstos.
En todo caso, los mejores jugadores
estaban en general alineados en el reformismo o la izquierda. El propio Germán
Pírez, el campeón de estos tiempos, era un buen ejemplo, ya que, aunque de
familia de clase media, era desde los años 40 el máximo responsable del Partido
Comunista en la clandestinidad. Como ya conté, se había afiliado al partido en
la guerra civil. Pírez, que en 1936 “no
distinguía el comunismo de la Falange”, indignado por la noticia del
fusilamiento del padre del joven Andrés Zamora, abrazó el comunismo y se alineó
en las filas de Enrique Líster, donde sirvió durante toda la guerra, hasta que
ante la inminente derrota, tras pasar la frontera con Francia en 1939, sufrió
muchas penalidades en el campo de concentración de Argeles y otros. Salvado
milagrosamente de ser entregado a los nazis,
finalmente, fue devuelto a España, y a pesar de los negros augurios, el
régimen de Franco sólo le mantuvo un breve tiempo privado de libertad en el
campo de concentración de Figueres y luego en la prisión de Reus, y luego pudo
regresar a Canarias en verano de 1942, ocultando eso sí en todo momento sus
antecedentes políticos. Pero en absoluto se había olvidado de su compromiso. En
Las Palmas operaba desde 1941 como responsable del Partido Comunista Manuel
Cáceres, pero el joven Pírez y su grupo proponen acciones más combativas, ya
que creen, equivocadamente, que Franco no sobrevivirá a la derrota de Alemania
en la II Guerra mundial; en 1946 el Comité Central se decanta por Pírez. A Germán la policía política le había
sometido entretanto a estrecha vigilancia. De hecho, sólo pudo jugar la
semifinal de 1944 en Madrina provisto de un salvoconducto, vigilado, y bajo
prohibición de hablar con los restantes jugadores, ya que el régimen de Franco
sospechaba que aprovechaba los viajes para extender las redes del comunismo. Y
no le faltaba razón. Nervioso, Pírez no rindió a su nivel en ese torneo, aunque
pudo vencer al fuerte jugador Rico. Una lástima, pues por los avatares de la
vida ya nunca volvería a competir en campeonatos nacionales, siendo pese a su
fuerza casi un desconocido en el ajedrez estatal.
Dejando a Pírez, y a los veteranos,
vamos a ocuparnos de los jóvenes que se iniciaban en este primer lustro de los
40, universitarios generalmente, de pensamiento progresista, que, en su gran
mayoría, dada la inexistencia de Universidad en Las Palmas, estaban todo o
parte del tiempo en Interferir o la península, estudiando. El más destacado de
esta hornada fue el mentado Fernando
Sagaseta (1927-1993), estudiante de leyes, un fogoso entusiasta del juego
romántico que en 1944, aún adolescente, se había erigido en el nuevo rival,
junto a Lafora, del imbatible y retornado Pírez, aunque Germán pudo mantenerla
también a él a raya en los encuentros y matchs entre ambos. Junto a Fernando,
en estos principios de los 40, hemos de citar, además de a los retornados Luis
M. Estupiñán y Zamora, como valores nuevos, a
Pedro Sánchez, que tras mantener la peña Jaque con su hermano en la
calle Terrero marcha a Valladolid a hacer medicina, donde logra batir a
Alekhine en simultáneas y se proclama muchos años campeón universitario; y
también al poeta Isidro Miranda Millares y a José Luis Gallardo -hijo de
Ildefonso, el precursor que conoció a Capablanca en Cuba e introdujo en Las
Palmas el reloj de ajedrez-, que al igual que Fernando estudian en La Laguna,
en este caso ambos filología. Pero quien
más destaca junto a Sagaseta de este grupo de estudiantes, y quien será más
fiel en Canarias a la diosa del ajedrez a lo largo de décadas, no es ninguno de
estos sino el ya citado y laureado poeta Pedro Lezcano, que hasta 1945 no
aparece por el ajedrez insular aunque ya había jugado desde niño en Barcelona y
Madrid. Y es que había dado muchos
trotes. Tras una juventud con continuos cambios de residencia y estudios de
filosofía en La Laguna y Madrina, ha regresado a la isla en1947 intentando
ganarse la vida como impresor, profesor, etc., y dar rienda suelta a su pasión
literaria.
Germán Pírez –mayor-, Fernando
Sagaseta y Pedro Lezcano –más jóvenes- son el trío de jugadores más relevantes
de este momento, mediados de los años 40, tras la marcha de Pedro Sánchez y
Andrés Zamora, y con permiso de Estupiñán y sobre todo de Lafora (que por
desgracia, como recordara Pírez décadas después, tuvo que casi dejar de jugar
en Las Palmas por la hostilidad de la muy vocalista afición gran canaria). Y
son pues finalmente los tres citados, Pírez, Sagaseta y Lezcano, quienes contribuirán a formar la base sólida sobre la
que podrán fundarse las verdaderas estructuras del ajedrez grancanario en la década
de los 50, o más exactamente, a partir de 1954. Que es cuando se pasa de la
prehistoria...a la historia. Con la advertencia obligada de que por razones de
su huida y posterior prisión, Germán no podrá contar para el ajedrez canario
desde 1947 hasta su retorno a fines de 1957.
Y si señalo la fecha de 1954, cuando
Dumesnil empieza a ocuparse del ajedrez grancanario, es porque antes hay un terrible vacío de casi
diez años: en el segundo lustro de los años 40 y comienzos de los 50 el estado del
ajedrez en la isla empeora gravemente, se desertiza. La resurrección de los
primeros años 40 parece haber sido solo un espejismo, y el ambiente del ajedrez
decae de nuevo. Si antes eran solo un puñado de aficionados, ahora van a quedar
todavía menos. Luis Martín Estupiñán, hombre vinculado a la mar, marcha a las
América, a Uruguay en concreto, a buscar trabajo. Andrés Zamora Lloret o Pedro
Sánchez ya se han ido antes a la península, por razones de estudios o trabajo.
El doctor Carlos R. Lafora, cumplida su pena de destierro, regresa a Valencia
para reunirse con sus hermanos y reunificar la familia: de hecho Gonzalo acaba
de retornar del exilio en México, aunque por sus antecedentes republicanos
ninguno de los dos recibe al principio una cordial bienvenida en la península.
Pero el golpe de gracia es que Germán Pírez, el líder indiscutible del ajedrez
insular, siente también en este instante el cerco policial estrechándose, está
a punto de caer preso en una redada, y decide huir campo a través a los montes
de Gran Canaria, ocultado desde entonces por las células comunistas; desde 1947
vive en clandestinidad, y años después, detenido al fin en agosto de 1954, es
condenado en Consejo de guerra a una dura pena que ha de cumplir en cárceles
canarias primero y en varias peninsulares después, hasta acabar en El Dueso,
aunque afortunadamente solo cumplió algo más de tres de los trece años de la
sentencia, y fue luego indultado. Hasta fines de 1957 no podrá volver a Gran
Canaria, y no cuenta para la historia del ajedrez grancanario, donde lo había
sido todo: el mejor jugador, el dinamizador, el periodista,.. Y por desgracia
no encuentra un relevo adecuado.
Situación
de colapso a fines de los años 40.-
Total, que a fines de la década 40
apenas quedan ajedrecistas en Las Palmas.
La federación misma desaparece: lejos ya los ecos de la simultánea de
Alekhine a fines de 1945, el ambiente decae, y el presidente Rúa Figueroa ha
dejado la presidencia de la federación hacia 1947; años después, con su ascenso
a coronel en 1951 y su traslado a Ceuta, deja de contar definitivamente para el
ajedrez grancanario, del que había sido impulsor desde los tiempos de la
República. Se intenta el relevo en la cabeza nombrando a Carlos R. Lafora nuevo
presidente, poco antes de su regreso a Valencia; pero el nombramiento recibe el
veto del Gobierno Civil por sus antecedentes penales debido a la condena del
Consejo de guerra. Al parecer la solución fue el paso del secretario Pérez
Reina a la presidencia, y de José Luis Gallardo a la secretaría, pero lo cierto
es que la federación muere de inanición.
A fines de la década, la obra de Educación y Descanso y el ajedrez
informal en el parque San Telmo y los bares es lo poco que queda en pie. Es
llamativo que ya no esté jugando ninguno de los cuatro participantes en el
cuadrangular de Telde de 1942. Quedan algunos veteranos de segundo nivel, y
jóvenes como Lezcano -que de hecho en 1947 se ha afincado definitivamente en
Las Palmas-Sagaseta, Miranda o José Luis Gallardo. No hay más. No hay torneos.
Apenas algún social en el Victoria, simultáneas, y partidas de café.
El ajedrez competitivo se desarrolla ahora, en la isla de Interferir,
bajo el ímpetu del entusiasta secretario de la federación José Carmona Marcet.
La otrora simplemente provincial Federación Tinerfeña de ajedrez, que se había
constituido como meramente provincial después que la de Las Palmas, pasa a
convertirse en la Federación Regional, y única operativa en las islas. En Las
Palmas los pocos practicantes del juego subsistentes se dedicaban a sus
actividades profesionales, y como digo, a partidas amistosas en el parque San
Telmo, los bares, o sus propios domicilios. Queda por supuesto un ramillete de
jugadores: junto a los ya citados que ya jugaban desde antes, forman filas a
comienzos de los 50 algunos más como el retornado Miguel Navarro –el amigo de
Pírez de los años 30 ha vuelto al fin de sus años de estudiante en Madrid, y se
emplea como funcionario-, el abogado Walter Suárez, o nuevos jugadores
adolescentes nacidos en la década de los 30, como Juan Pedro Domínguez, Eligio
Quinteiro o Tomás Valido. Pero son pocos, desorganizados, y con menos sitios
aún que antes donde echar las partidas.
Incluso en el parque, el emblemático Kiosco de la música de San Telmo
tampoco facilita ya las cosas, sólo quedan ahora tres o cuatro tableros para el
juego, y los nuevos responsables del templete, a diferencia de los anteriores,
ponen problemas a los ajedrecistas, exigiendo muchas consumiciones a los
jugadores. Estos problemas han motivado que hacia 1953-54 los aficionados a
menudo se desplacen a un bar cercano, el Fabelo, en el arranque de la calle
Bravo Murillo, que va a ser el más relevante en estos años, al menos en la
ciudad antigua. Se juega también en otros establecimientos de la zona vieja o
del puerto, o claro está, en las casas en pequeñas peñas o al aire libre en el
propio parque San Telmo en los bancos o en las arenas de la playa, a riesgo en
el primer caso de que te caiga encima la blanca deposición de las palomas, y en
el segundo de que las olas se lleven alguna de las piezas, como recuerdan
Lezcano y José Luis Gallardo... Existió también por corto tiempo un club
universitario en Triana, en el antiguo edificio de La Unión y el Fénix, cerrado
por el régimen de Franco por ser un punto de reunión de estudiantes de la
izquierda antifranquista. Y hay que recordar el club o peña que improvisa
Gallardo en su casa de Las Canteras, o
los hermanos Estupiñán en un cuarto en el Puerto, o Sagaseta en el portal de su
casa, que funcionaban ya desde los años cuarenta.
Germán Pírez, Sagaseta y
Lezcano, trío de ases:
Pero en ausencia del huido y luego encarcelado Pírez, desde fines de los
40 son dos, Sagaseta, que ya ha terminado la carrera, y Lezcano, quienes
mantienen el timón del ajedrez básicamente, y quienes muestran una dedicación
más constante al juego de los reyes. Los mejores. Será bueno hacer pues una
breve semblanza de la vida de los dos, ya que de Germán hemos hablado lo
suficiente, y ahora vive escondido, hasta alcanzar estos principios de los 50,
1954 exactamente, en que arrancamos de verdad nuestra historia. La Historia.
Fernando Sagaseta nació en Las Palmas, en la casa de Viera y Clavija
donde vivió siempre y montó su primer despacho de abogado. Su padre murió
cuando sólo tenía cinco años y fue cuidado por su madre, figura determinante en
su vida. De chico fue muy religioso, y militó en el Frente de Juventudes. En
1942, cuando Germán Pírez regresó del exilio, ambos se conocieron y trabaron amistad
de por vida por la pasión del ajedrez, que les unió antes que la pasión
política. En esos años Sagaseta, que ya jugaba los torneos de Educación y
Descanso y del Kiosco de San Telmo, era junto con Lafora el mayor rival de
Pírez. En 1944 Fernando marcha sin embargo a La Laguna a empezar la carrera de
derecho, pero dada su estrecha posición económica, en los veranos ha de ganarse
la vida trabajando en Las Palmas de pasante, y también aprovecha para jugar
mucho al ajedrez, cuando puede, proclamándose por ejemplo campeón nacional del
S.E.U. en 1947. En 1949, con la carrera
ya terminada, regresa definitivamente a Las Palmas, y monta su modesto club de
ajedrez para amigos en el zaguán de su casa. La época es durísima, la posguerra
y el boicot de los vencedores de Hitler a la España franquista afectan sobre
todo al pueblo llano. La hambruna es grande, y difícil salir adelante en la
elitista curia de Vegueta sin una tradición familiar. Fernando se ayuda ahora
dando clases de historia de filosofía... En 1952 baraja la idea de emigrar a la
América latina, como hacen tantos canarios. Pero su madre viuda no quiere
alejarse de su hijo por nada del mundo, y le convence para que monte un modesto
bufete en su propio domicilio. En estos años, como siempre, es de los
habituales y más destacados ajedrecistas del bar Fabelo y del parque, un puntal
en el ajedrez de la ciudad vieja, siempre en sana rivalidad con el puerto. A
diferencia de Gallardo hijo, Lezcano, Pírez o los hermanos Estupiñán, Sagaseta
nunca mostró especial atracción por el mar ni por los deportes físicos. En 1956
contrae matrimonio con Elisa López Ossa y poco después nace su primer hijo
Fernando. Aun con estrecheces, lo cierto es que se ha ido abriendo camino
profesionalmente. En estos años, desde su época universitaria, ya está muy
influido por ideas progresistas, pero lejos del comunismo de Pírez, y siempre
atento a los movimientos de la izquierda iberoamericana. En lo local, plantea
la lucha contra el todopoderoso decano del Colegio de Abogados y presidente del
Cabildo y de la Caja de Ahorros, Matías Vega, el gran cacique franquista de la
época.
Pedro Lezcano Montalvo era siete
años mayor que Fernando, aunque su vinculación con Las Palmas fue posterior a
la de Fernando -de hecho sus padres no eran canarios, y al principio se le
consideraba en las islas "un estudiante madrileño"-. Quien llegaría
con el tiempo a identificarse tanto con Canarias nació ciertamente en Madrid, y
su madre, segunda esposa de su padre, murió en el parto, como le había ocurrido
antes a su hermano de padre Ricardo. "Mi madre pagó con mi vida mi
nacimiento en Madrid el 10 de septiembre de 1917; mi hermano Pedro vino al
mundo en la misma ciudad el 17 de septiembre de 1920, y un sino despiadado hizo
que también su madre muriera de parto.Esta orfandad compartida, no mitigada por
presencia femenina alguna, nos hizo autodidactas en la caricia y violentos ante
toda autoridad moral, empezando por nuestro duro hogar en el que la paternidad
se ejercía más mediante índices admonitorios y coerciones físicas que con
comprensión y ayuda" escribió Ricardo Lezcano. Esta doble orfandad materna
les uniría de por vida, en una relación mucho más estrecha de la que tendrían
nunca ambos con su padre. De algún modo fue el hermano mayor Ricardo quien asumió
el rol protector del sensible Pedro. Fue de hecho Ricardo quien enseñó a Pedro,
entre otras muchas cosas, a jugar al ajedrez, aunque éste le superara pronto en
destreza. Una carta de 1958 la encabezó significativamente Pedro con este
principio: "Querido hermano, padre y máximo amigo".
Durante los veinte primeros años el hermano
menor dio muchas vueltas, a resultas de las idas y venidas de su padre: a los
tres años vino a vivir a Las Palmas, pero luego de nuevo estaba otra vez en
Madrid, luego en Las Palmas a los nueve años, un tiempo feliz en la calle
Eusebio Navarro en un barrio rodeado de plataneras, y pesca en el muelle de San
Telmo, donde por entonces llegaba el mar; y finalmente en Barcelona otra vez en
1932 por enigmática decisión paterna. El cambio frustró a los hermanos. A los
10 años Pedro había aprendido a jugar al ajedrez con Ricardo, y ahora, con 13
años, era un chico aislado en una ciudad que apenas conocía, donde, hacia 1933,
el club de ajedrez Barcelona le sirvió de cobijo para combatir el aislamiento y
la incomunicación en que le sumían su forma de ser, el ambiente y el idioma,
llegando a hurtar libros de ajedrez junto a su hermano Ricardo en puestos
callejeros. Jugaba con desconocidos con los que ni hablaba. La sensibilidad de
Pedro se demuestra ya en que pasaba un mal rato cuando ganaba a su hermano. Y es que nunca le gustó ganar a los amigos,
aunque, como recuerda Ricardo, su hermano era el más duro en las peleas de
chiquillos, el jefe del barrio. En 1936, mientras Ricardo permanece en
Barcelona, y mantiene relaciones sentimentales con la escritora Carmen Laforet,
Pedro ha vuelto de nuevo a Las Palmas, donde le sorprende la guerra civil, que
separa cruelmente a los hermanos durante los tres años del conflicto. Es
curioso que sea Germán Pírez quien se encuentre en esos momentos allí
encabezando la expedición canaria a la Olimpiada Popular. En Las Palmas, Pedro
es movilizado en 1938 por el Ejército de Franco y asignado a un cuartel de
infantería en la Isleta,aunque sólo en trabajos auxiliares por su elevada
miopía: es aquí y ahora, ante la barbarie de represión y fusilamientos que
presencia, cuando ve nacer a sus 16 años su rebelión interior y sus ideas
progresistas, aunque siempre tuvo una deriva más ácrata que propiamente
izquierdista o partidista. En 1939, finalizada la guerra civil, pudo
reencontrarse con su querido Ricardo, que desde 1942 se afinca en Las Palmas:
se inician dos décadas de estrecha, fecunda y fraternal convivencia entre
ambos, pero con altibajos: al principio es Pedro quien se va ahora de Las
Palmas unos años, para acabar en 1939 y 1940 la reválida del bachiller de nuevo
en la Barcelona arrasada por la guerra civil. Allí vuelve a jugar al ajedrez y
gana el torneo de segunda en el club de ajedrez Barcelona, que había conocido
de niño. Pero no logra hacer la reválida hasta 1941, ya que ante el comienzo de
la II guerra mundial es movilizado de nuevo en Canarias, considerada plaza
fuerte asediada por la armada británica. En 1941 inicia estudios de Filosofía
en la Universidad de La Laguna primero y luego en Madrid a partir de 1943, donde,
a falta de apoyo paterno, se ha de ganar la vida con clases de matemáticas. En
estos años universitarios madrileños jugó ajedrez también y fundó el club
Alfil. En 1944 vio al canario Germán Pírez jugar las semifinales del campeonato
de España, y un año antes había presenciado el torneo internacional de Madrid
donde ganó Keres, y donde participó el canario Miguel Navarro, el amigo de
Pírez, pero sin que en ese instante Pedro llegara a hablar con él, pues como él
mismo dijo, por entonces no era él un ajedrecista isleño, sino que conocía
únicamente el ajedrez catalán y madrileño. (.....)
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